El Consejo de la Revolución, último baluarte de los "capitanes de abril"
Con la revolución portuguesa del 25 de abril de 1974 una imagen dio la vuelta al mundo: la de los «capitanes de abril», esos jóvenes oficiales subalternos en uniformes de combate y de clavel al pecho, que habían tenido la audacia de derrocar en pocas horas la más vieja dictadura europea. Rodeados del cariño de un pueblo que les tributó las mayores demostraciones de admiración que tal vez un ejército haya recibido fueron, del día a la mañana, el principal tema de preocupación de todos los estados mayores, preocupados de un eventual contagio.
Pasados cuatro años, y con excepción de algunas «estrellas» que supieron sobrevivir, de una manera u otra, después de haberse apagado las luces de la fiesta revolucionaria, ¿quién se acuerda de ellos?, ¿qué ha sido, cuatro años después, de Grandola Vila Morena, del movimiento de los capitanes?La memoria colectiva ha conservado los nombres más sonados de los primeros meses de la revolución: Otelo, Vasco Gonjalves, Spinola, Costa Gomes, Fabiao, Pinheiro de Azevedo, Melo Antunes, Rosa Coutinho.
El verdadero «cerebro militar» del golpe, Otelo Saraiva de Carvalho, ex jefe del COPCON, ex gobernador militar de Lisboa, alejado de todas sus funciones después del. 25 de noviembre de 1975, no se resigna a renunciar a las manifestaciones multitudinarias que le rodearon como héroe y símbolo de la revolución de abril.
Vasco Gonçalves, el «compañero Vasco», el hombre más aplaudido y más insultado, que dirigió los cuatro Gobiernos provisionales que más hicieron por las transformaciones revolucionarias del país, fue pasado a la reserva por decreto especial, inmediatamente después de haber sido separado del Gobierno.
Spínola, el general del monóculo, primer presidente de la nueva República, no se restableció nunca del fracaso de sus planes de democracia vigilada y conservadora.
Costa Gomes, el sucesor de Spínola, hoy también en la reserva, como el general del anterior régimen tuvo la habilidad de mantenerse a la cabeza del Estado hasta la elección de Eanes. Fue atacado, desde la derecha y desde la izquierda, por sus vacilaciones e indefiniciones, pero muchos le reconocen hoy el mérito de haber evitado una guerra civil.
Melo Antunes, consejero de la Revolución y presidente de la Comisión Constitucional, es uno de los «supervivientes» y el blanco predilecto de los ataques de la derecha.
Rosa Coutinho, «el almirante rojo», acaba de ser reintegrado al servicio activo, por decisión del Tribunal Supremo, pero el problema sigue en pie, ¿qué hacer con un almirante de cuatro estrellas cuyas ideas son demasiado avanzada para confiarle un puesto de alta responsabilidad?
Superviviente de la fase militar de la revolución queda el Consejo de la Revolución, órgano supremo consagrado por la Constitución, de un MFA que dejó hace tiempo de existir. Un anacronismo para los partidarios del parlamentarismo puro, una última garantía para una izquierda condenada a apoyar hoy a los que consideró ayer como «derechistas» del Consejo de la Revolución es hoy el último refugio de la izquierda militar moderada.
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