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La Comisión Europea aprobó el "fresco" sobre la ampliación de la CEE

La Comisión Europea aprobó ayer su primer diagnóstico de conjunto sobre la incidencia de la ampliación del Mercado Común, con la adhesión de Grecia, España y Portugal, y cuyo contenido esencial adelantó ayer EL PAÍS.

A la espera de la conferencia de prensa de su autor, anunciada para hoy, el democratacristiano italiano Lorenzo Natali, vicepresidente de la Comisión Europea, el denominado fresco sobre la ampliación, puede considerarse, en principio, como un conjunto de documentos de más de quinientas páginas de informes que destacan, ante todo, los aspectos negativos, aunque reales, de la operación del pase de la actual CEE de los nueve a la futura CEE de los doce. No habría sido superfluo señalar algunos aspectos positivos, que también los hay.Cabe destacar que los países candidatos no fueron asociados a la preparación del fresco. En el caso de España, donde la Comisión centra casi todos los males de la ampliación, se impone una reflexión y respuesta a las ideas de la Comisión. Hay que salir del corsé pasivo que nos encierra una Comunidad, a la que pretendemos entrar.

Lorenzo Natali es la cabeza visible de la operación del fresco. Necesaria, pero un poco cortina de humo para frenar el entusiasmo de los países candidatos y dar argumentos (aumento de paro, superproducción agrícola, imposibilidad de unión monetaria) a los «anti-ampliación», numerosos en Italia y Francia. Sin embargo, otros comisarios (el francés Ortoli, el belga Davignon y el danés Gundelach, por citar sólo algunos) se destacaron igualmente por sus fuertes reservas sobre la forma de enfocar la ampliación.

Natali presentará hoy el documento -que no hay que olvidar es sólo indicativo, frente a la responsabilidad directa de los Gobiernos nacionales, a través del Consejo de la CEE- al Coreper (Comité de Embajadores Representantes Permanentes) y a la comisión política del Parlamento Europeo, reunida en Roma.

El Gobierno español fue informado del fresco de la Comisión Europea, a través del ministro de Relaciones con las Comunidades Europeas, Leopoldo Calvo Sotelo, en el curso de su viaje del pasado viernes a Bruselas.

Una primera reacción podría producirse durante los contactos que celebrarán en Madrid -a partir de hoy- el director de Relaciones Exteriores de la Comisión, Roland de Kergorlay, hombre fuerte de la Comisión Europea en materia de relaciones con España. Su visita será centrada en realanzar y reavivar la idea de una ampliación del acuerdo comercial preferente España-CEE de 1970.

Lo que no dice el "fresco"

El «examen» de conciencia de los trece «hombres justos» de la Comisión Europea, que dirige el laborista británico Roy Jenkins, a propósito de la ampliación del Mercado Común. sirve, por lo menos, para recordarse a sí mismos la ineficacia, en algunos sectores, de veinticinco años de funcionamiento del Mercado Común.

Nadie discute que la ampliación creará dificultades suplementarias. Pero ¿es culpa de los candidatos -a quienes no cabe olvidar que se la ha dado un sí político para la entrada- que las zonas mediterráneas del Mezzo Giorno italiano o el Midi francés sean todavía las más subdesarrolladas de la CEE? ¿Que la Unión Económica y Monetaria sea todavía una utopía, después de hablar de ella desde principios de los años sesenta? ¿Que el textil, el calzado o la siderurgia comunitaria, no hayan sido reestructurados?

Atribuir el incremento de esos males crónicos de la CEE a la ampliación es una visión parcial y, cuanto menos, pesimista y discutible.

Olvidando decir, además, a las opiniones públicas de los Estados miembros que la solución, en algunos casos concretos, pasa, a lo mejor: por dejar de producir tomates «sintéticos» de invernadero a trescientas pesetas/kilo en Bélgica, Holanda y la RF de Alemania, e importar tomates mediterráneos; por establecer mejor un equilibrio entre ayudas y consumo de margarinas y aceite de oliva: por discriminar menos al vino en relación con la cerveza, desde el punto de vista Fiscal en países no vitivinicolas.

En lo industrial sería también interesante que los eurocratas bruselenses explicaran a la opinión pública comunitaria, la implantación de empresas comunitarias en los países candidatos. Amén de la liberación total que se producirá para los productos industriales comunitarios que invadirán, sin barreras, mercados de consumo que -en el caso de España- alcanzan cotas tan apetecibles como la mayoría de países de la actual Comunidad.

En lo político tampoco es justo callar las ventajas del aumento de influencia en zonas tan fundamentales para la seguridad del actual club comunitario, como son los flancos sur del continente europeo, desde Atenas a Lisboa, pasando por Madrid, con sus versiones estratégicas y militares, no del todo desligadas a la CEE.

Menos mal que la Comisión Europea, en su análisis, no olvida la necesidad de contar con instituciones democráticas, gracias a cuya recuperación en España, Grecia y Portugal se abre ese difícil camino. Que sepamos conservarlas..., aun sin «ayuda» de la CEE.

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