_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

En el umbral de nuestro IX Congreso

Presidenta del PCE

Dentro de unos días se abrirá en Madrid el IX Congreso del Partido Comunista de España -primer congreso legal que reunimos en nuestro país desde hace 46 años (el último, el cuarto, se celebró en Sevilla en 1932).

Es explicable que la preparación de nuestro congreso -a través de reuniones y conferencias a todos los niveles en la geografía española- suscite interés y abundantes comentarios en la prensa de nuestro país. El Partido Comunista de España es una indiscutible fuerza política, con una seria incidencia en la clase obrera y en todos los segmentos de nuestra sociedad.

Hace sólo doce meses que nuestro partido conquistó la legalidad, después de cerca de cuarenta años de lucha y vida clandestina. Y doce meses es un breve espacio de tiempo en el acontecer político. A muchos asombra que los comunistas hayan logrado tan rápidamente la autoridad y la fuerza política de que hoy disfrutan, siendo considerado nuestro partido como uno de los partidos políticos de mayor influencia con el que se cuenta desde la dirección política del país para las cuestiones esenciales.

Algunos, como decimos, se asombran; y a no pocos disgusta el peso político del PCE. No se olvide que ciertas fuerzas soñaban en una democracia sin comunistas y especulaban con la no legalización de nuestro partido.

Las cosas han ocurrido de otro modo; pero las batallas libradas por el PCE no han sido fáciles, y los obstáculos vencidos y por vencer, no pequeños.

La implantación e influencia. creciente del PCE ha suscitado hondo descontento entre los sectores más reaccionarios dentro y fuera de nuestras fronteras. De ahí que en ciertos momentos, como ocurre en el presente, converjan en sembrar la confusión entre la opinión pública, deformando y exagerando las discusiones que se producen en nuestras filas.

En estos últimos meses estamos dando forma a la labor colectiva de los comunistas en la elaboración de su línea política, haciendo un esfuerzo por ponerla al día, adaptarla a las condiciones concretas de nuestro país y de nuestra época. Con este fin el Comité Central ha preparado un proyecto de tesis políticas y de nuevos estatutos que se han puesto a discusión en todas sus organizaciones. Esta discusión se viene desarrollando a todos los niveles, en forma abierta y democrática, como se ha hecho, creo yo, en pocos partidos políticos, y como no se había realizado anteriormente en el nuestro, teniendo en cuenta la prolongada ilegalidad y las zonas de sectarismo en épocas anteriores.

Los debates en nuestro partido son públicos, y su actividad, transparente.

El PCE se presenta con la cara descubierta y franca. Cada militante dice lo que piensa y lo defiende con toda libertad. Con nuestra actividad política abierta, pública, mostramos que somos un partido democrático. Con ello quedan desmentidas las acusaciones de antidemocratismo que con frecuencia se nos hacen.

Y si todavía hay personas que consideran que no se discute bastante en el PCE será probablemente porque desconocen que un partido político no es una academia ni un club de discusiones. También hay que mostrar comprensión hacia ciertas erupciones de exagerado «democratismo», ya que la mayoría de nuestros afiliados son bastante jóvenes en edad y militancia. La experiencia y la práctica irán colocando las cosas en su sitio.

No estaría de más recordar que el esfuerzo de los comunistas por adaptar su política a las realidades contemporáneas no data de ayer. Hace veinte años que el PCE propugnó la política de reconciliación nacional y, más tarde, el pacto para la libertad, que hicieron posible la convergencia de fuerzas de diverso signo, dispuestas a poner fin a la dictadura franquista y establecer la democracia en España.

Y aunque los cambios políticos no se hayan producido exactamente como nosotros pensábamos, nuestras propuestas se han confirmado acertadas en lo esencial y han contribuido considerablemente a las transformaciones democráticas que estamos viviendo.

En estos breves renglones yo quisiera subrayar que se equivocan aquellos que afirman que nuestra postura política significa un abandono del leninismo. Esta es una afirmación gratuita que no responde a la realidad. Los comunistas españoles mantenemos la herencia de Lenin y de sus compañeros de lucha, que encabezaron la revolución socialista de octubre y que abrieron un nuevo proceso revolucionario mundial. Así consta en nuestros actuales documentos políticos.

Nosotros consideramos a Lenin como al gran dirigente revolucionario de nuestro siglo y seguimos estudiando sus enseñanzas, como también las enseñanzas de otros teóricos del marxismo.

Sin embargo, ni las circunstancias ni los acontecimientos de hace sesenta años son, como es evidente, los mismos de hoy. Y no seríamos marxistas revolucionarios, seríamos dogmáticos, si no acondicionáramos nuestra política concreta a las realidades concretas de estas postrimerías del siglo XX. Por ello no insistimos en lo que ha caducado, en lo que ya no es válido, porque la historia lo ha superado.

Nuestro Partido Comunista es un partido marxista revolucionario, democrático, solidario con todos los pueblos, movimientos y partidos que luchan por su liberación nacional y por el socialismo. Es un partido de masas adecuado para transformar la sociedad capitalista y avanzar hacia una democracia política y económica que abra la vía al socialismo.

Yo confío que del IX Congreso, que inauguramos el día 19, nuestro partido saldrá reforzado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_