El director general de Instituciones Penitencianas se entrevistó con la Copel en el penal de El Dueso
«Hoy no ha pasado nada en El Dueso porque el nuevo director general es quien es», nos dijo un recluso del penal de El Dueso, en Santander, al finalizar la visita que el recién nombrado director general de Instituciones Penitenciarias, Carlos García Valdés, realizó acompañado por la prensa a las instalaciones de la prisión donde se encuentran agrupados los hombres más prestigiados de la Coordinadora de Presos en Lucha (Copel) y los reclusos que más se han significado por su participación en las lucha reivindicativas de los presos comunes de todas las cárceles de España.Carlos García Valdés recorrió a lo largo de tres horas las distintas galerías del penal de El Dueso, rodeado de los reclusos sin escuchar un solo insulto y sin que se apreciara la menor actitud hostil hacia él. La noche anterior, el nuevo director general permaneció cuatro horas -de diez y media de la noche a dos de la madrugada- con los líderes más significativos de la Copel, quienes, conservando su actitud combativa, pero pacífica, le hicieron exposición de sus reivindicaciones mas urgentes.
Malas condiciones materiales
La visita al penal se inició a las diez y media de la mañana, y los periodistas pudieron comprobar personalmente las malas condiciones materiales en que se encuentra la prisión, pese a que el asesinado director general, Jesús Haddad, ordenó algunas modificaciones como la construcción de nuevos urinarios, cocina y comedor (hasta hace poco los reclusos comían en sus celdas) y el nuevo director general ha ordenado la supresión de medidas excepcionales de seguridad, como la prohibición de utilizar cerillas, y ha autorizado la posesión personal de transistores y la instalación de una televisión, de la que un sector de la cárcel, el más numeroso, carecía.En el centro celular número uno se encuentran 345 reclusos (un 60 % de ellos preventivos) que fueron trasladados allí a raíz de últimos motines y alteraciones en otras cárceles de la geografía española. Las celdas, de 3,25 metros por 2,38, dan cobijo, en la mayoría de los casos, a dos presos y no tienen ni lavabo ni retrete, sino un simple orinal. Los reclusos afirman que permanecen en las celdas desde las seis y media de la tarde hasta las diez de la mañana siguiente, y que cuando llueve las horas de recreo se las pasan en las propias galerías, mal iluminadas y muy húmedas. Las instalaciones sanitarias también son insuficientes. El mismo día 5 un recluso fue trasladado al hospital por padecer hepatitis. El médico de la prisión reconoció que existía una pequeña epidemia y que se habían detectado siete casos. También reconoció que no residía permanentemente en la cárcel, sino en Laredo, aunque afirmó que no lo consideraba necesario, ya que se podía trasladar con la suficiente urgencia en caso de ser necesario en la prisión.
Los periodistas, acompañados también por representantes de los presos, recorrieron con libertad las instalaciones de la cárcel y conversaron con dos reclusos que se encontraban sancionados en celdas de castigo, es decir, incomunicados.
Uno de los reclusos, en representación de sus compañeros, afirmó que si ellos tenían puestas esperanzas en el nuevo director general, éste a su vez debía ponerlas en ellos. Portavoces de los presos explicaron el significado de la Copel y negaron que existieran enfrentamientos entre dos líneas, una violenta y otra dialogante. «Existen algunos incontrolados, pero entre los otros sólo hay una línea de actuación. Lo que pasa es que la Copel es un movimiento muy heterogéneo», afirmaron. Señalaron, igualmente, que su reivindicación fundamental seguía siendo la amnistía general, pero que pensaban apoyar las medidas reformadoras del señor García Valdés: « El nuevo director general trae buenas intenciones y es personalmente honesto, pero depende de otras estructuras y posiblemente no consiga llevar a cabo sus propósitos. Por otra parte, nosotros seguimos pensando en una alternativa carcelaria global.»
La Copel
Daniel Pons, uno de los miembros más significados de la Copel, señaló que personalmente consideraba positiva la designación de Carlos García Valdés, pero que era consciente de las enormes dificultades estructurales que se iba a encontrar para llevar a cabo una reforma carcelaria. Añadió que en el planteamiento de esa reforma debían participar los propios presos a fin de que pudieran reconocerla. Los reclusos hicieron llegar al señor García Valdés un escrito con las líneas generales de su propia alternativa y otro pliego con sus reivindicaciones concretas, entre las que se encuentra la legalización de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos y ex Presos; desparición de la fuerza pública (El Dueso es la única prisión española que cuenta actualmente con la presencia de un destacamento de la policía armada -85 miembros- en el interior de la prisión), traslado de los preventivos a sus lugares de procedencia, ampliación del número de veces y tiempo autorizado para comunicar con sus familiares, acceso de periodistas, asistencia médica las veinticuatro horas del día, cocineros profesionales, autogestión, solución del problema sexual, desaparición de los grados de cumplimiento de la condena y depuración del cuerpo de Prisiones, así como reconocimiento de sus derechos como obreros cuando trabajen en los talleres. Igualmente solicitan la destitución del director de El Dueso, señor Mayordomo, y de varios funcionarios, incluido el médico. Por último hicieron entrega al señor García Valdés de una relación detallada de los menús de la semana.Por su parte, los funcionarios solicitan mayor dignificación social, autoridad moral sobre los presos, mejoras económicas, mejor imagen en la prensa y aumento de las plantillas. Al parecer, pese a la llegada de 350 presos nuevos en los últimos meses, sólo han recibido como refuerzo a siete funcionarios. En la actualidad hay 69 funcionarios para cerca de quinientos reclusos.
El director general de Prisiones señaló que las condiciones materiales de El Dueso eran malas, pero que deseaba resaltar que lo eran tanto para los presos como para los funcionarios. Los periodistas pudimos comprobar que los funcionarios duermen en celdas vacías de reclusos.
En relación con el trato, el señor García Valdés señaló que, por la información que había podido reunir, era ahora aceptable, bueno desde el punto de vista del respeto a los derechos humanos. «En las condiciones actuales no se puede hacer mejor», añadió. Afirmó que esa era la impresión en base a los testimonios de funcionarios y presos, y prosiguió: «Si me engañan o mienten los presos no pienso perdonarlo. Tampoco consentiré que lo hagan los funcionarios.» En relación con este punto, el director señor Mayordomo reconoció que a la llegada de estos presos de otras cárceles se habían proporcionado malos tratos en tres ocasiones: «Se trataba de tres reclusos que no querían entrar en las celdas ni que se les cacheara y no se les propinaron palizas, sino tres, seis u ocho bofetadas. Eso fue la única ocasión.»
Por su parte, el señor García Valdés resaltó la importancia que para la estabilidad democrática del país tiene la normalización de la vida carcelaria y explicó que piensa estudiar inmediatamente las reivindicaciones planteadas para contestar en el mínimo plazo posible. En cuanto al traslado de los reclusos a otras cárceles, dijo que la decisión correspondía a él y que debía estudiar las garantías que ofrecen los reclusos de no promover o participar en nuevos incidentes. Sobre la desaparición de la presencia de antidisturbios en la cárcel, dijo que si el interno se sentía más oprimido, el funcionario se sentía protegido, porque en El Dueso se encuentran los reclusos más conflictivos de todas las cárceles españolas. «No me dejaré presionar ni por los presos ni por los funcionarios a este respecto y resolveré personalmente lo que considere más conveniente. »
El señor García Valdés, que ha recibido telegramas de apoyo incondicional para su gestión de los grupos parlamentarios socialista y comunista, insistió en solicitar de la prensa mayor atención para los problemas de los funcionarios de prisiones y terminó: «Yo les he expuesto a los presos más representativos mi techo. El de ellos es mucho más alto. Yo no estoy ahora por la abolición de la cárcel. Pero nuestro camino coincide en un trecho que podemos recorrer juntos. »
En resumen, la visita del director general se puede considerar como un éxito personal del señor Garcia Valdés, cuya capacidad y preso entre los reclusos reconocieron los funcionarios, y se abre un camino de posible dialoga con los representantes de la Copel, el movimiento reivindicativo de los presos comunes más importante de toda Europa.
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