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Comenzó la VII Conferencia del Mar

A lo complejo de las materias que debía comenzar a tratar ayer la séptima Conferencia sobre los Derechos del Mar, en la cual participan 158 países, se sumó un primer obstáculo al inicio de la sesión inaugural que prácticamente impidió su inauguración oficial: a Shirley Amerasinghe, delegado de Sri Lanka, y presidente de la Conferencia desde 1973, el Gobierno de su país le quitó la representación, frente a lo cual los países latinoamericanos, al parecer en busca de la presidencia, se niegan terminantemente a que se mantenga en el cargo. Los asiáticos se muestran en principio de acuerdo, pero no aceptan que presida un delegado latinoamericano. Por su parte, los países occidentales ven con buenos ojos esta disputa que de alguna manera divide al Grupo de los 77, o países en desarrollo.La actual conferencia, que fue fijada para un mínimo de siete semanas de duración, deberá tratar «de cómo organizar la explotación de las riquezas que yacen sin explotar en el suelo y el subsuelo de la parte más profunda de los océanos; cómo conciliar los intereses de los Estados ribereños y los de los Estados sin litoral y otros Estados en situación geográfica desventajosa que deseen acceso a los recursos oceánicos; qué grado de control deben ejercerlos Estados ribereños en la zona oceánica que se extiende frente a sus costas, hasta una distancia de doscientas millas; a quién corresponde la responsabilidad de controlar la contaminación y preservar el medio marino en la vasta extensión de los océanos, punto en el cuál se da por seguro habrá referencias y proposiciones de prevención concretas sobre casos como el de el Amoco Cádiz, y, finalmente, la elaboración de un plan viable .Para resolver las controversias internacionales sobre cuestiones jurídicas relacionadas con los océanos.

Se trata de establecer un régimen, declaró a EL PAIS el embajador Alfonso Arias Schreiber, de Perú, que «permita administrar esta zona internacional de los fondos marinos para beneficio de la humanidad en su conjunto».

«Este parece ser el punto más difícil de acuerdo por el momento, porque existe de parte de algunos países desarrollados, sobre todo de los más avanzados, el propósito de que no existan ciertas condiciones de control en la explotación de las riquezas marítimas y de que tampoco existan poderes de la autoridad para regular estas actividades de forma que beneficien a la totalidad de los países», señaló Arias Schreiber, agregando que esos países avanzados tecnológicamente quieren lo que calificó que «manos libres» o sistema paralelo que permita a las empresas privadas o estatales explotar la mitad de ciertas áreas de «libre disposición».

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