_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Quien "nos hace la pascua" aquí y ahora?

Las cosas en su punto: la Pascua fetén como hecho histórico conmemorado y rito salvador, pues tan sólo el Dios Yavhé siempre y en todo lugar; el Maestro la renovó a su tiempo y nosotros, corriendo los siglos y decires, pues cuando nos jeringan decimos muy «cristianamente» «que nos están haciendo la Pascua».Habría que preguntarse el por qué de la expresión, pero a este fin comencemos por el quién de la pascualización, demanda que a todos, porque nos muerde, nos excita y alargamos el índice: «¿Quién es el pascualizador?»

Allá en la órbita del misterio, los creyentes sabemos quién pascualiza, pero acá -la Pascua fue un hecho histórico, con sus protagonistas- nos «hacen la pascua» los hombres y del más diverso pelaje, que a no dudar son los de siempre con nombres y jugadas recientitos.

Primero el faraón y los suyos, tenaces ellos, cabezotas; el pueblo esclavizado, el de los ladrillos y las cañas estaba harto y reclamaba su turismo salvador. Pues no; faraón -entiéndase todo poder, de cualquier tipo- que no; faraón lo pasa no bien con aquello de las plagas -entiéndase crisis-, pero no cede-, lo intolerable para él era lo de liberar y privarse del servicio del pueblo. ¿Que se había de aguantar?, pues a aguantar tocan, a dar la ocasión para la pascua.

Después, el elegido y dubitante Moisés, empeñado en el éxodo, en aquél adiós a la servidumbre injusta. También era duro y no cedía, no era tonto y se las ingeniaba guiado por el misterio. Todo inútil hasta aquella noche que bien podíamos hoy decir «la de los cuchillos largos» y sangre por los dinteles. Dura pascua, ¡caramba!, dura pascua y a costa de Moisés y del faraón, del que explotaba al pueblo y del designado para liberarle.

Hicieron ambos bien la pascua a un pueblo -a cuyos descendientes todavía se le hacen defendiéndose crudamente ellos-, hicieron bien la pascua. Y la siguen haciendo, nos la siguen haciendo a todos, excluidos sólo niños e idiotas. Nos la hace como entonces, y figuras o señores de tipos como los primeros e intenciones similares.

Para faraón era y es un problema en el fondo económico, lo del Nilo, lo de las pirámides, sus ministerios correspondientes exigían situar la cosa en vías de pascualización. Es cierto que el viejo faraón cedió al fin, pero por poco tiempo y al galope de sus carros fue en busca de aquel inevitable factor económico, la mano de obra barata, la de los ladrillos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Para Moisés y su grupo, la pretensión era contraria: había que liberar a costa de lo que fuese y asegurando que liberaba, pues privaba al pueblo de sus queridos ajos y cebollas, mas los citaba y al fin metía en una aventura desértica de la que se liberarían muy pocos. Tampoco fue blanda su mano, también dudó, también fue castigado allá a la vista de la tierra prometida de la liberación.

Faraón y Moisés los dos grandes y fautores de toda. pascualización. Aquí es donde quisiera llevar la reflexión de los lectores, insatisfechos sin duda, tanto unos como otros. Pero hay algo que llamarán fatal los agnósticos, algo que hace de la pascua caso tremendo -no digamos en su interpretación y llevada a cabo cuando el Nazareno y su noche -y algo que hace de ambos poderes y antipoderes o profetas, pero bien duro y cargante. Ya podemos intuir por dónde asoman los pascualizadores de siempre con caras y acomodaciones o actividades nuevas. Faraón o los faraones a lo largo y ancho de todo el globo no han muerto, y Moisés, los enviados para salvar al pueblo de «dura cerviz» tampoco. Nos pascualizan desde arriba impidiéndonos comer en paz y armonía el pan o las cebollas y reír, reír sin prisas. Aquí o pascualizas y te pascualizan, o con más exactitud, pascualizas a los que te van por abajo y te dejas pascualizar por los que te van por arriba. De la Pascua no nos libramos, y por tanto de los pascualizadores. Un saludo o una mueca.

Pero, entonces, ¿hay que vivir sorteando toda pascualización o recelando de todo trabajo y toda liberación? Opino que no y ya tocamos de frente lo que entiendo por Pascua a nivel humano por supuesto, nivel que no excluye el, cristiano ni mucho menos, pero como escribimos para todos y la pascualización es situación universal, vaya lo que puede por entenderse.

Por supuesto que se trata de liberar, de un canto y una acción a la liberación de quien sea y como sea. Por supuesto que decir Pascua es decir libertad, pero ni gratis, ni fácil, ni de solo ayer, ni de solo hoy, de siempre, de una constante a buscar y pretender de estos pobres siervos -pobre también el faraón tan necesitado de monumentos como sepultado entre las olas-

Por supuesto,que nos hallamos con algo más que con la dimensión esperanza; he aquí el hambre irrenunciable de la libertad que a través del tiempo se llamó de diferentes maneras y se buscó por diferentes caminos. Si, Bloch, somos para la esperanza; si, Heidegger, y para la angustia, si filósofos y pensadores, si pueblo y mierdecillas, pero lo de la libertad y su peso y tentación no hay quien nos lo robe o cure. La Pascua asoma entonces y se apunta del siguiente modo.

Una noche -no hay más libertad que por las noches- y una cena -no hay más libertad que la que se come en familia y de pie-, una noche de buen ceñidor y sandalias apretadas, con el bocado a medio tomar y las lechugas amargas. ¡Ah! y entre tanto los ángeles van por ahí de caza de primogénitos a no ser que encuentren ensangrentado el umbral.

¿Demasiado difícil y enigmático? Diría que más bien excitante y tan sólo inteligible para aquellos que gustan de cuentos y viven su inteligencia con ingenuidad. La Pascua, por supuesto, centrando tanta historia no es tema apto para mayores y para cartesianos. Porque llevando su carga de misterio lleva no menos su lección de libertad, de libertad en clase o pueblo, el que se reúne por familias -no por, «partidos, ni tribus- para comenzar a hincar el diente en cordero sin mancha.

Por ahí la Pascua no sólo apta para ser leída como paradigma; por ahí la Pascua para ser vivida en sinceridad, más allá de optimismos ni pesimismos, de facilidades o imposibilidades, vivida en pueblo que come de prisa para liberarse y que se libera dócil sin preguntar más.

Y el paréntesis (no hay dato que duela más que el caso de un pueblo dividido que no pascualiza de modo alguno, para el que los factores constantes de la pascua liberadora no pasan de ser moro cuento o cosa de espectáculo o politiqueo barato, casi biológico sin más). (¡Ah! A la Pascua no la entiendo del todo, pero a los pascualizadores, sí.)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_