En favor del boxeo profesional

Soy un gran aficionado al deporte de las doce cuerdas y como tal no comparto en absoluto las ideas del señor García Candau, porque si bien coincido con él en que hoy por hoy es un deporte peligroso, ello no es debido al boxeo en sí mismo, sino a una deshumanización progresiva del mismo y que en caso de no ser frenada a tiempo yo sería el primero en pedir su abolición, ya que en el caso Rubio Melero, soy uno más en lamentarlo y creo que de no tomarse medidas enérgicas se seguirán produciendo desgraciadamente.Permítame decirle que el boxeo no sería ningún deporte anómalo, ni incivilizado, ni produciría carne de cañón, ni hombres con lesiones irreversibles, simplemente si se tomasen unas medidas fundamentales de protección, como pueden ser: disminución del número de asaltos, adecuado control médico antes, en y después de cada combate, cuentas protectoras ante los síntomas de inestabilidad, suspensión inmediata del combate a la tercera caída de uno de los púgiles, e incluso rizando el rizo, obligatoriedad en el uso del casco protector, que si bien restaría algo de espectacularidad, no disminuiría ni un ápice de belleza en la esgrima del cuadrilátero, que es lo que los verdaderos aficionados buscamos y no las palizas entre fajadores como gusta a la masa y que debían de suprimirse, amén de una enérgica actuación por parte de árbitros y preparadores, para detener un combate a los menores síntomas de inferioridad física en uno de los púgiles.

No es la abolición el camino a tomar, sino una adecuada reglamentación que devuelva al boxeo el concepto tan vilipendiado últimamente de «Noble Arte», que no es ningún adorno literario, ni está basado en que un hombre fulmine a otro, pues esto es sólo un posible desenlace de los muchos que se pueden dar a lo largo de un combate de boxeo, sino que se basa en la frase sucinta de «El arte de pegar sin que te peguen».

Creo de todas formas, que a pesar de todos sus defectos actuales, existen deportes mucho más peligrosos como pueden ser las carreras motociclistas y automovilistas, que no sólo producen víctimas entre los participantes, sino incluso entre los espectadores, lo cual es todavía más triste y ante lo cual nadie ha clamado por su supresión, ¿chocante verdad?. No entro en el caso de la fiesta nacional, porque me parece obvio señalar que bastante más peligrosidad entrañan un par de pitones, que un par de puños enguantados, ¿o no lo cree usted así? En cuanto a la afirmación de que los boxeadores ahora se matan por una limosna y de que en los países desarrollados ha sufrido un fuerte retroceso, me produce hilaridad, pues sólo se necesita echar un vistazo a las noticias boxísticas de Estados Unidos, por ejemplo, para comprobar las «Iimosnas» que perciben los boxeadores que, a veces incluso pueden catalogarse como astronómicas.