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Los vascos aprovecharon la debilidad defensiva del Atlético

El Athletic de Bilbao venció de nuevo al Atlético de Madrid en el Manzanares. Le ganó merecidamente en el partido de ida de los octavos de final de la Copa, hace menos de un mes -aunque luego quedara eliminado por un polémico partido de vuelta-, y con la misma justicia que entonces volvió a derrotarle en la variable tarde del domingo. Dentro de un partido de exquisita corrección resistió. perfectamente en el primer tiempo y pudo ganar en la continuación con más amplitud que la reflejada al final en el marcador. Los cambios de Marcial y Rubio por Herencia y Aguilar tras el descanso perjudicaron al Atlético, que volvió además a demostrar su debilidad defensiva en las segundas partes, lo que propició su primera derrota de la Liga en su campo.El partido de los dos «Atletis» como el pasado de la Copa en el mismo escenario, fue también malo de solemnidad, en especial la primera parte, verdaderamente soporífera. Volvimos a recordar que si dos equipos con varios internaciones en sus filas dan un nivel así ipobrecito fútbol español a nivel de selección! Lo único positivo antes del descanso y que felizmente se prolongaría todo el partido fue la corrección imperante en todo momento. Desde luego, si para ver un partido así -en ese sentido, no de calidad, que por suerte suelen ser independienles- se necesitan muy de cuando en cuando sucesos como los ocurridos y recordados tan lamentablemente, habrá que apuntarse a ellos. A los aplausos iniciales del público -pese a los abundantes pitos, por lo visto inevitables- hubo que añadir el saludo continuo de los jugadores después de cada entrada. Más que el fútbol de estos tiempos parecía un simbólismo de la parábola del hijo pródigo.

Lo que ocurrió, sin embargo, es que para tener el completo ideal quizá hubiesen sobrado algunas amabilidades con tal de ofrecer mejor juego. Pero los dos equipos ejercieron unos marcajes de pares tan severos, que sobre el mal césped del Manzanares sólo se vio una lentitud desesperante, juego estático y un rosario de fallos contínuos en el pase ante la mínima anticipación del rival. En la derecha bilbaína Guisasola cuidó de Rubén, Escalza de Leivinha y Lasa de Rubio, quedando Astrain de hombre libre. En la atlética, Marcelino de Argote, Eusebio de Carlos y Capón de Dani, con Benegas libre. En el centro del campo, con parejas tan rígidas como las anteriores, se movieron Alberto y Churruca, Marcial e Irureta y Leal con Tirapu.

El Atlético dominó más en el primer tiempo, pues su defensa aún se mostró firme. Incluso evitó, los problemas del ala izquierda bilbaína, peligrosa en esos momentos al superar Churruca a Alberto con su movilidad. Marcelino, en un nuevo derroche de facultades, tapó huecos y realizó a la postre un magnífico partido -menos cuando salió Rojo I, su puntilla y la del equipo-. A los 35 minutos un fallo de Tirapu al retrasar el balón lo interceptó Cano y su pase a Rubio lo remató éste demasiado cruzado, dando en Guisasola y saliendo a córner rozando el poste izquierdo de Iríbar. Fue la única ocasión de gol, porque aunque parezca mentira -y eso se repetiría en la segunda parte- ninguno de los dos equipos tiraron a puerta con el peligro que ello supondría para los guárdamelas al estar el campo tan resbaladizo. Por lo que se ve, al fútbol se le quieren buscar demasiadas vueltas cuando la rapidez, el primer toque, «hacer una pared», o circunstancias como la del estado del campo pueden decidir un partido igualado. El fútbol se gana con goles y éstos, como demuestra el Rayo Vallecano cada domingo, se consiguen «simplemente».

En la segunda parte, la entrada de Herencia y Aguilar no aportó absolutamente nada al Atlético y la aparente rapidez se perdió en un descontrol mucho mayor. Marcial y Rubio hablan dado más armazón al equipo. El centro de campo se formó ahora con las parejas Leal-Churruca, Alberto-Irureta y Herencia-Tirapu, mientras que a Aguilar, por la derecha, pasé a marcarle Escalza; a Rubén Cano, Lasa, y a Leivinha, Guisasola. La defensa bilbaína siguió firme, pero no así la madrileña. Eusebio tuvo que recurrir ya a las faltas, una detrás de otra, sobre Carlos, y Dani comenzó a superar. claramente a Capón. Precisamente tras un tiro alto del delantero centro el extremo contó con dos ocasiones clarísimas que rozaron el poste derecho de Reina y fueron anticipos del gol que no debió ser anulado y del válido. Enfrente, sólo una gran jugada clásica de Leal, con centro retrasado, que Marcelino no supo aprovechar por atracarse de balón y dos tiros sin mucho peligro de Aguilar. Bien poca cosa, pues incluso en el último minuto Reina salvó a los pies de Astrain otro contraataque de gol. Rojo, en los ocho minutos que salió, volvió a hacer estragos ante tanta facilidad.

El Athletic, sin hacer grandes cosas, fue mucho más práctico, y el Atlético, aunque ha mejorado con relación a hace unas semanas -cuando ganaba por la mínima-, aún tiene fallos. A los defensivos habituales se sumó, ayer la impotencia ante el gol. Un Leivinha que no es el de antes parece un buen ejemplo. Luis ya tiene otros dos negativos con que preocuparse y ahora no le bastará un empate fuera para borrarlos.

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