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El Madrid, lamentable de juego, como el Español, el tercer empate en casa

Si partidos como el Betis-Atlético de Madrid televisado son los que hacen afición y permiten albergar aún esperanzas en el buen fútbol español, otros, como el Madrid-Español, la quitan totalmente. Para ver sólo un gran gol -el de Stielike- y un magnífico remate de cabeza -de Santillana al larguero, también en la primera parte, a saque de córner del desafortunado Juanito no merece la pena ir al fútbol, y menos en estos tiempos, con lo que cuesta. El domingo en Chamartin ni siquiera cupo una discusión -deportiva, como en Sevilla, con un gran árbitro, Guruceta- por que todo quedó acallado con un nivel de juego auténticamente la mentable y un árbitro, discreto, casi a tono con él. El Madrid dio otro recital sin ideas ni orden, en el que sólo se salvó la entrega impresionante, «a la alemana», de ese gran profesional llamado Stielike, al que, precisamente por eso, se le notan más los malos modos habituales en tantos jugadores. El Español, que demostró con creces su mala temporada, hizo bueno al Madrid, pero a cotas tan bajas que pudo hasta empatar.Incluso las peñas, los hinchas más acérrimos madridistas, que desplegaron sus pancartas y banderolas -aunque no excesivamente- al principio del partido, debieron guardarlas fallo a fallo, decepción tras decepción, al ver a su equipo tan mal. O mucho nos equivocamos, o esas cañas que han sido como tomar el rábano por las hojas en un homenaje absurdo de, desagravio, se pueden convertir en lanzas dentro de nada, en cuanto no se ganen partidos como el del domingo, sencillámente, porque los enemigos ya no podrán ser peores y difícilmente, además, se puede triunfar si se yerra. La suerte no se debe tentar ni sacar las cosas de quicio, porque en el caso de la dimisión se ha demostrado que el verdadero ofendido, al final, ha sido Ramón Mendoza, y si el hecho en sí es noticia, tampoco merece su acción un homenaje.

Directivas aparte, en la cuestión deportiva donde se deben tomar soluciones es sobre el césped. Está claro que el Madrid sigue en un bache profundo y si ganó al Español fue tras dos jugadas individuales, únicos frutos válidos de un juego embarullado y hasta sin fe Juanito, que falló tres ocasiones claras de gol -menos mal que pudo pasar a Santillana en la del penalti- fue buen ejemplo de ello. El centro de campo blanco continúa siendo inexistente, y si el Madrid empujó más fue porque el Español se dejó empujar. Solsona se retrasó demasiado cuando pudo dejar en evidencia a un Guerini otra vez nuló, y Verdugo, defensa lateral nato, se emparejó con Wolf en una lucha ambigua, porque ni el españolista sabe crear juego, ni el argentino está bien. La balanza la desequilibró Stiellke, sostén fundamental de un Madrid actual dormido, sin esquema de juego, pero que se sobró para contener a José Manuel e incluso a Solsona, perdido Guerini. Aparte de su gol, un jugador como él, que corta cien balones en un partido, resulta molesto, pero vital, cuando el equipo no tiene un líder creaaor -¿Del Bosque?- ni una defensa firme que echa de menos a Benito y Camacho.

Porque si en la primera parte el Madrid tuvo algunas ocasiones de marcar, aparte del gol -tiro de Pirri, cesión españolista al larguero, casi autogol; dos de Juanito; disparo de Sol rozando el poste izquierdo; el cabezado de Santillana, también al larguero- en la segunda, mucho menos. Sólo dos: otro otro cabezazo de Santillana, que despejó a córner Urruticoechea, y el tercer fallo de Juanito. Jensen ni siquiera tuvo ocasiones. ¿De dónde iban a venir? Por todo ello los últimos 45 minutos fueron aún más lamentables. El Español de Heriberto Herrera -fatal hasta en sacar a Flores tan tarde- demostró que Santamaría no tenía culpa de sus males, y a pesar de su ineficacia, cuando parecían jugar los dos equipos por total obligación, sin ganas, en un total confusionismo, apelotonados en un lado del campo, Caszely -lo único que hizo bien en todo el partido- marcó un gol de patio de colegio. El fallo defensivo blanco había sido enorme y resulta que el culpable era el agotado Stielike. El colmo ya fue que en los últimos diez minutos pudo llegar el empate hasta en cuatro ocasiones. Hubiese sido un final grotesco para un grotesco partido. El futuro blanco ahora, con dos visitas, a Bilbao y Burgos, y mañana teniendo que remontar dos goles en Copa ante la Real, es más bien negro. ¡Quién lo hubiese dicho hace sólo unas jornadas!

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