Evitar el fraude
«( ... ) La continua persecución de la dictadura a las culturas y esencias vascas y catalanas (y no sólo a ellas, sino a la cultura en general) y sus -violentos- esfuerzos por ponernos a todos los españoles un mismo «uniforme», a manera de camisa de fuerza, corrió paradójicamente paralelo a la aplicación de una política económica polarizada que sirvió, en primer lugar, para convertir a la capital -Madrid- en un monstruo industrial, nueva «cabeza» que añadir a la hidra madrileña que vio engordar elefantiásicamente su centralismo burocrático y político junto al financiero. Pero, ¡ojo!, ese ser de Madrid como embalse económico no se hizo para irrigar sólo a la capital, sino que se establecieron, desde principio de la era franquista, dos acueductos que fueron trasvasando los recursos económicos succionados de todo el país, tanto a Cataluña como a Euskadi. Puestas las bases, sólo hubo que aplicar con rigidez la lógica capitalista: concentrar, polarizar. Las consecuencias a la vista están: tres islas en una España erosionada, esquilmada, y -en buena parte- sumida en bolsas de pobreza o en auténticos desiertos poblacionales (más de veinte provincias de la Península se encuentran en una u otra de estas dos situaciones).En estas circunstancias ha sonado la hora de las autonomías. No seremos nosotros quienes pongamos en duda el derecho de toda comunidad nacional o regional a lograr su autonomía. Lo que sí criticamos es la forma (y el trasfondo) en que se están llevando a cabo los procesos preautonómicos: lo que se está hurtando y falsificando, escondiendo y adulterando y, en primer lugar, el claro intento de hacer borrón y cuenta nueva.
Autonomías, sí, pero con las cuentas pendientes muy claras. No a dar carta blanca y refrendar cuarenta años de expolios. No a legalizar cuarenta años de sangria económica y humana con una simple, inconcreta y etérea referencia a futuras solidaridades interregionales. No al «statu quo» y los intereses creados... Creados por la explotación que unas minorías oligárquicas han ejercido y ejercen sobre las tres cuartas partes de España