El Salamanca dejó en evidencia al Madrid
El Real Madrid cedió con toda justicia su segundo punto positivo en una semana, esta vez frente a la Unión Deportiva Salamanca El problema del equipo blanco sin embargo, no es que le vayan mal «las uniones deportivas» -la semana pasada fue Las Palmas-, sino que este domingo, sin ir más lejos, tocó fondo en cuanto a falta de ideas y orden ante un enemigo armado y móvil, que le superó en casi todo. Por Chamartín se recordó que precisamente el Sala manca, con su victoria en la primera vuelta en su campo del Helmántico, precipitó la caída de Miljanic. Ahora, al comenzar la segunda, por lo menos ha dejado en evidencia al que se supone el mejor representante del fútbol español actual. Al líder le costó tanto enterarse del planteamiento táctico salmantino, que se pasó todo el partido a remolque y únicamente pareció imponer su ritmo en el empuje habitual del que juega en terreno propio con la «obligación» de ganar. En efecto, todo un Real Madrid, imparable hasta hace bien pocas fechas, que daba la impresión de tener un bloque y un esquema de juego sólidos, empieza a hacer agua. Se podría echar mano de los lesionados, como disculpa, pero aun tratándose de ausencias importantes las que actualmente sufre el Madrid, sólo Camacho y Del Bosque pueden ser recordados y su presencia no iba a ser la panacea.
0 Real Madrid: Miguel Angel; San José, Sol, Pirri, Isidro; Wolf, Stielike, Guerini; Juanito, Santillana, Jensen (Roberto Martínez, m
71).0 Salamanca: Antonio; Enrique, Rezza, Bustillo (Amiano, m. 78), Corominas; Tomé, Angel, Albaladejo; Juanito, Alves, Báez (Ameijenda, m. 82). Arbitro: Guruceta. Realizó un buen arbitraje. Amonestó a Rezza y a Sol por sendos entradas; a Stielike y Báez, e igualmente a Juanito, por protestarle que no señalara un supuesto penalti. La de Sol tal vez fuese un poco rigurosa, pero no las restantes, aunque Rezza cometió la falta como venganza a otra anterior del alemán a Alves no pitada. Hizo bien en no pitar ese penalti, ya en las postrimerías del partido pues Juanito, por su físico, es de los jugadores que se caen -incluidas las áreas- en cualquier acción. Meter el pie a despejar un balón no es sinónimo de falta, y eso fue lo único que hizo el defensa salmantino. No así Bustillo, a los quince minutos de la primera parte, pues su entrada a Pirri, luego de que el capitán madridista entrara en el área en jugada individual tras driblar hasta cuatro veces, sí fue un derribo sancionable. El colegiado guipuzcoano anuló también con acierto, al borde del descanso, un gol a Guerini, a pase de Stielike, por fuera de juego. En esa ocasión se guió de un juez de línea, al revés que en dos jugadas anteriores, cuando desautorizó a sus dos ayudantes en otros tantos fueras de banda. Señaló ambos a favor del Madrid, y así se metió en el bolsillo a un público que momentos antes le increpaba con la eterna cantinela del protagonismo. Tener autoridad, desde luego -hasta para conseguir levantar a los simuladores de lesiones- tampoco es sinónimo de protagonismo. Magnífica entrada, unos 80.000 espectadores y bastantes aficionados salmantinos. Tarde de sol, con frío soportable. El Salamanca vistió con camiseta roja y pantalón azul.
Molowny colocó a Stielike como secante del genial Alves, y aunque el alemán cumplió bastante bien ante el portugués, su derroche admirable de facultades no sirvió para ordeñar nada en los ataques blancos, entre otras cosas porque él no es un cerebro, sino un «cuerpo». Alves, que se situó como el tercer hombre adelantado, junto a Juanito y Báez, no olvidó nunca el apoyo a su centro de campo, en una función múltiple, muy superior a la del clásico «media punta», ni más ni menos porque un jugador así es «medio equipo».
El Salamanca, al obligar a Stielike a jugar muy atado de marcador defensivo, empezaba a desorientar al Madrid y descomponerle su centro de campo. La única pareja clara fue la formada por Tomé y Guerini, pero tanto Angel como Albaladejo marcaron el ritmo que quisieron desde el principio al intercambiar continuamente de posiciones, sin que Wolf se aclarara nunca a quién debía dirigirse y sin que tampoco Pirri se decidiera, hasta pasada la media hora de juego, a dejar a Sol de único hombre libre para engrosar el debilitado medio campo propio.
El reaparecido capitán, curiosamente, pudo cambiar el rumbo del partido con su jugada individual en la que acabó forzando penalti, pero Juanito falló, tirándolo muy mal, y parando bien Antonio en dos tiempos. El extremo, aunque mejoró un poco con relación a partidos anteriores, y fue el mejor delantero, bailó al mismo son desafinado que sus compañeros. Al margen del penalti, el Madrid sólo tuvo una ocasión más de gol, a tiro alto de Santillana, pero el amo del juego, que disfrutó hasta de cuatro, fue el Salamanca. Con enorme movilidad en sus hombres, apoyo en las jugadas, juego a los extremos y buscando espacios libres, el conjunto charro le dio una lección de buen fútbol, aunque sencillo, al mismo tiempo. El Madrid se perdía en pases horizontales una y otra vez, porque nadie organizaba nada y el marcaje muy encima del rival no tenía problemas para impedir sus torpes penetraciones.
En la segunda parte, el partido se animó mucho más y se vio una bonita lucha de poder a poder. Si el Madrid dispuso de seis ocasiones de gol, tres de ellas muy claras, a tiros de Juanito, Stielike y Guerini -éste, como de costumbre, lo único bueno que hizo en todo el partido- que supusieron otras tantas magníficas intervenciones de Antonio, gran sustituto de D'Alessandro, el Salamanca contó con las mismas. Al cuarto de hora un precioso pase de Alves a Corominas dejó a éste solo ante Miguel Angel y el balón rozó con suspense el poste derecho. Juanito, el ex barcelonista, dejó también sin respiración a la parroquia en dos ocasiones clarísimas.
El Madrid, impotente para ganar por orden o ideas, tampoco pudo lograr el triunfo a base de empuje. El Salamanca le respondió incluso en ese terreno y García Traid, su entrenador, no dudó en sacar a un delantero, Amiano, para sustituir al defensa libre lesionado, Bustillo, antes que a Ameijenda, un hombre más de centro de campo y que sólo salió por Báez minutos después. El lógico cambio de posiciones, con Alves ya en el medio campo y Albaladejo en la defensa, no afectó lo más mínimo al cuadro charro. Su gran moral anda pareja con su entidad táctica y técnica, cosa que no ocurre con un Madrid que al final del partido buscaba la cabeza de Roberto en los centros desesperados, como en los peores tiempos de Miljanic. Aún le queda una renta de cinco puntos sobre el Barcelona, pero es para preocuparse.
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