Justificar la pena de muerte
«La conciencia del ministro de Justicia, Landelino Lavilla, manifiesta una elasticidad inusitada. Ante el Congreso repitió su argumentación, ya esgrimida en el Senado: «No es eficaz, ni oportuna la abolición de la pena de muerte en España. No basta con alardear de demócrata, hay que creer políticamente en una sociedad libre. Y demostrarlo.Acaso sin desearlo, el joven ministro de Justicia estaba justificando con la responsabilidad de la Administración una concepción antinatural y desde luego contraria a la convicción moral. Está justificado, de esa manera, los muertos en los campos de concentración de la posguerra, los fusilamientos y el garrote vil indiscriminado del franquismo. El caudillo nunca creyó oportuno abolir la pena de muerte, tenía también «responsabilidades» emanadas de su cargo. Justificando la pena de muerte se asume a forziori, las ejecuciones, hogueras, fusilamientos, decapitaciones y horcas arrastradas desde la Inquisición. Es volver hacia atrás en la historia, aunque parapetado en un pretendido orden constructivo. Mal camino.»
18 enero