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El sistema económico español es "híbrido" para Garrigues y "ambiguo" para Carrillo

El actual modelo económico vigente en Europa fue puesto en cuestión ampliamente en el curso de la primera jornada de la VIII Semana Económica Internacional del grupo Mundo, iniciada ayer en Barcelona. Sin embargo, el protagonismo esencial de los debates recayó en los aspectos políticos de la alternativa que se plantea al actual esquema social.

El tema enunciado ayer fue «Eurocomunismo y eurosocialismo», concebidos como alternativa de las izquierdas europeas a las contradicciones e incoherencias del modelo capitalista. Sin embargo, la discusión quedó básicamente circunscrita al contexto español, al no acudir a la convocatoria el secretario general del Partido Comunista italiano, Enrico Berlinguer, por la delicada situación política por la que atraviesa su país. Tampoco concurrió, en contra de lo programado, el líder democristiano Joaquín Ruiz Giménez.La mesa de debate estuvo integrada, pues, por Santiago Carrillo (PCE), Enrique Tierno Galván (PSP), Miguel Boyer y Gregorio Peces-Barba (PSOE), Ramón Trías Fargas (EDC) y el empresario y abogado Antonio Garrigues Walker. Las discusiones estuvieron dirigidas por Sebastián Auger, presidente del grupo Mundo y de las jornadas.

De hecho, la polémica estuvo permanentemente centrada entre las tesis de los señores Carrillo y Garrigues, que acapararon permanente y casi exclusivamente la atención de los asistentes a la Semana. Básicamente, el consenso fue unánime en cuanto a la invalidez del actual sistema económico -híbrido, en opinión de Garrigues; ambiguo para Carrillo- vigente en Europa, que sólo ha funcionado en la República Federal de Alemania, acaso porque, como sentenció Garrigues, «allí funciona todo, por raro que sea». La discrepancia surgió a la hora de considerar desde dónde podía partir la alternativa necesaria, según se admita o no el requiem entonado reiteradamente para el capitalismo. Para el líder comunista es el socialismo el que puede realmente aportar las bases piara una alternativa al modelo actual, a partir de una transformación de la estructura de propiedad de los medios de producción y cambio que, al mismo tiempo, constituye una garantía inigualable para la consolidación y supervivencia de las instituciones democráticas. En este punto, Carrillo aprovechó para reiterar sus consignas tranquilizadoras a pequeños y medianos empresarios, instándoles a confiar en la alternativa eurocomunista, que permitiría una actividad a las PME (pequeñas y medianas empresas), como mínimo, igual de cómoda que la que disfrutan actualmente, coexistiendo con las grandes oligarquías y monopolios. Este punto sería posteriormente refutado por Garrigues, advirtiendo que tal supervivencia empresarial llevaría aparejada una rigurosa planificación en tódos los órdenes, que dejaría a la actividad económica absolutamente al margen de los principios del libre juego de mercado.

En cualquier caso, lo que sí se demostró necesario es definir de una vez por todas y de modo urgente las reglas del juego, para que cada uno sepa en torno a qué coordenadas puede moverse

Ninguna voz de las convocadas discrepó al respecto.

También el tema de la propiedad privada fue planteado, especialmente en un intento de que Carrillo definiera la postura de su partido al respecto, pero éste aseguró que el ascenso de las izquierdas al poder real, de modo que pudieran llevar a cabo sus programas, estaba muy lejano para comunistas y socialistas en España, por lo que entendía que referirse a ello constituía un ejercicio de «política ficción». También en este punto se produjeron discrepancias por parte de Antonio Garrigues, al estimar que la izquierda disfrutaba actualmente de casi todo el poder, con clara esclusión del económico, en casi todos los sectores.

También quedó claro el hecho de que nunca ha llegado a darse en la práctica un modelo auténticamente marxista del que pueda tomarse ejemplo, por lo que todo se reduce -en lo que a eurocomunismo se refiere- a modelos teóricos y declaración de intenciones, sin que deban sorprender los recelos que despiertan sus planteamientos a la vista del desarrollo de la vida política en los países donde el modelo socialista se ha -cuando menos- aproximado. Esto, unido al anquilosamiento que la imposibilidad de discusión interna produce, llevó al profesor Trías Fargas a hablar de la imposibilidad de que el marxismo ofrezca una auténtica alternativa por sí mismo. De cualquier forma, los dos políticos de la derecha admitieron la posibilidad de que el eurocomunismo constituya, de alguna manera, un catalizador para el futuro de Europa.

Miguel Boyer, del PSOE, señaló finalmente la necesidad de hallar un modelo de empresa «gestionada» que impida un tránsito excesivamente brusco o un colapso derivado de una expropiación revolucionaria. Esta nueva concepción de las relaciones en el seno de la empresa entrañaría, lógicamente, un progresivo protagonismo de los trabajadores en la vida de las sociedades, facultando las desconcentración productiva y una mayor racionalización de la actividad económica. La elección se plantea en torno a los criterios de organización de la producción, ya que si se pretende establecer cadenas, productivas exclusivamente con criterios de rentabilidad, será fácil provocar masas crecientes de paro, sostenido en base a crecientes impuestos detraídos de los salarios de los privilegiados con empleo. Tal esquema no parece válido; antes bien, es conveniente propiciar un modelo con concurrencia estatal, de modo que se reduzca el número de desempleados.

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