Vivimos las Navidades más austeras de los últimos años
La austeridad es la nota que caracteriza las actuales fiestas navideñas. El presupuesto del Ayuntamiento para iluminar las calles madrileñas es justo un 50% inferior al de 1976. El año pasado se destinaron más de veinte millones para darle a Madrid ese aspecto diferente que conmemora la Navidad. En 1974, fueron 34. Este año, con los salarios congelados a consecuencia del pacto de la Moncloa, las vallas publicitarias de «Ahorre energía, si usted puede pagarla, España no puede» y los constantes llamamientos de los ministros económicos para que los ciudadanos se conciencien de que estamos atravesando un momento de grave crisis y, en consecuencia, la necesidad de ahorrar todo lo que se pueda, han hecho desaconsejable, quizá por lo grotesco, que el Ayuntamiento no se hubiese restringido en el alumbrado. Este ha reducido a trece millones el presupuesto para la iluminación madrileña de 1977-78.La plaza de Colón y los jardines del Descubrimiento son las zonas mejor iluminadas. La avenida de los Caídos, la plaza de Fernández Ladreda y la de la República Dominicana se han llevado las cifras más altas del presupuesto. Entre las tres, suman casi trece millones y medio. Las glorietas de Bilbao, Quevedo y el Arroyo del Olivar tienen, por el contrario, las calles más apagadas, pues ocupan los últimos lugares en el citado presupuesto.
En cuanto a los motivos navideños, el Ayuntamiento únicamente ha puesto un abeto en la Puerta del Sol, más once estrellas de ocho metros, y espirales luminosas en Callao, Cibeles, y la plaza de la Independencia. Bravo Murillo cuenta con 72 triángulos de luces, la Gran Vía con 91 estandartes y la avenida de la Albufera con 72 estrellas asimétricas. El resto de las calles de Madrid, apagadas. En años anteriores había más calles sin penumbra, pero este año el Ayuntamiento ha tenido que ser prudente por propia sensatez y por temor a la indignación popular, que sin duda le hubiera tachado de despilfarrador.
La reducción de la publicidad
Los grandes almacenes, en su campaña navideña de «Felicidades, pero consuma usted todo lo que pueda o más de lo que pueda», han sido quizá los únicos animadores de las calles madrileñas.En las fachadas de los doce centros de El Corte Inglés, 72.000 bombillas blancas desean á los españoles Felicidades y en los veinticuatro de Galerías Preciados, más alegres, añaden a esta palabra una gran estrella de luces intermitentes. Sin embargo, los grandes almacenes, por muy grandes que sean, también han tenido que ajustarse a las recientes medidas de austeridad energética que el Gobierno decretó el pasado 12 de diciembre. El Corte Inglés ha reducido, este año y el pasado, la iluminación publicitaria en un 75 % respecto a lo previsto en campañas anteriores. Galerías Preciados, que hasta hace dos años unía con arcos de luces las aceras de las calles de Preciados y El Carmen, las ha dejado ahora con el adorno natural de la luz del Sol. Y todo lo que queda de aquellas alegres y aparatosas fachadas del centro de Callao, que el día 22 de diciembre de todos los años aparecía cubierta de arriba abajo con luces, es un escueto cartel blanco que desea Felicidades. El tradicional abeto de esta plaza, en cambio, sigue aguantando con la misma majestuosidad de antes sus buenos 37 metros de altura y sus múltiples luces de colores. El abeto puede que sea el único invitado navideño que haya pasado por alto el pacto de la Moncloa y demás austeridades actuales. Entre su localización en los bosques de Navarra, su transporte a horas discretas, pues imaginen los atascos que podría ocasionar si viajara tranquilamente por la carretera hasta Madrid a pleno día, y, por último el plantarlo y adornarlo, cuesta a Galerías Preciados casi un millón de pesetas.
Los empresarios, por su parte, han puesto el grito en el cielo por las pagas extras navideñas.
Acero inoxidable en vez de oro
Según una encuesta realizada por la Asociación de la Pequeña y Mediana, Empresa, entre el 60 y el 70 % del censo nacional de las mismas se encuentra ante la imposibilidad de hacer efectiva la paga extraordinaria a sus trabajadores. El restante 30-40% sigue un curso menos agobiado, pero a pesar de ello tropezará con grandes dificultades para solucionar esta situación.Los empresarios, por lo visto, temen tanto a la extraordinaria que han ido restringiendo gastos hasta en las cosas más nimias. Los regalos de empresa han disminuido bastante en cantidad y en calidad. De los mecheros de oro o laca, se ha pasado a los de plata o los de acero inoxidable, según casos. En las cestas, el jamón de jabugo ha dado paso a un modesto salchichón, y en vez de champagne francés y caviar, los currantes han recibido este año bebidas nacionales y turrón de jijona.
Los juguetes que los reyes traerán el 6 de enero serán, por el contrario, tan buenos o mejor que en el pasado, según se ha apreciado en los departamentos de ventas de los principales almacenes. Los juguetes más sofisticados y los más caros se han agotado, y las cifras de venta no han acusado la restricción. Será que nadie quiere que sus hijos comiencen desde tan pequeños a apretarse el cinturón. Tiempo les sobrará después.
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