El precio de la muerte de un futbolista no llega al medio millón de pesetas
El fallecimiento de cualquier jugador de fútbol producido por la práctica de este deporte, supone 400.000 pesetas y 30.000 para gastos de entierro. Un millón de pesetas es la cifra más elevada que tiene establecida la Mutualidad de Futbolistas para entregar a aquel jugador que se le considere incapacitado permanente absoluto, incapacidad producida igualmente al practicar este deporte. El jugador al que le suceda tal desgracia no recibirá una peseta más por parte de su Mutualidad. Es algo que los gerentes de los clubs tratan de solucionar ahora.
La incapacidad permanente total tiene un precio de 500.000 pesetas y la permanente parcial cuenta con un baremo de uno a cien grados, cuya cantidad máxima es de 200.000 pesetas. Esta última cifra por incapacidad se proporciona a los doce meses de producirse y al año se realiza una revisión médica. Los meses anteriores se le cataloga como incapacidad temporal y a partir de los seis meses se le abonan 100.000 pesetas. Todas estas cifras se consideran totales y únicas, proporcionadas en una sola ocasión y solamente afectan a los jugadores profesionales.Los jugadores aficionados que se lesionen tienen un subsidio de jornales perdidos: cien pesetas diarias, aparte de la Seguridad Social. Las cifras hablan por sí mismas. Las lagunas de la Mutualidad están demasiado claras. A los jugadores de fútbol no les corresponde una pensión vitalicia porque tienen la desgracia de que se suelen retirar antes de los 35 años. Pero aparte de esas ridículas aportaciones, la Mutualidad tiene otro aspecto concreto, las lesiones.
Las lesiones
Los gerentes de los clubs, en su última reunión, el pasado lunes en Madrid, plantearon la problemática de la Mutualidad de Futbolistas. Se trata de un organismo federativo de importancia para el jugador, pero que apenas tiene un funcionamiento regular. Uno de esos gerentes llegó a decir que «nunca se usa», concretamente en el aspecto de las lesiones.La Mutualidad de Futbolistas, como sucede con otras muchas cosas de los jugadores profesionales, es un organismo totalmente descuidado por parte de sus más directos interesados: los propios futbolistas y los clubs. Ahora bien, se fijan en su irregular funcionamiento cuando se ven obligados a acogerse a sus fines.
De todos modos también han sido los clubs los que han colaborado a ese desconocimiento y desidia de los jugadores al concederles cuantos cuidados exigen cuando se han lesionado, recurriendo a aquellos médicos y centros de hospitalización ajenos a la Mutualidad, ignorando al mismo tiempo a los de este organismo.
Basta un ejemplo para comprobar la que se comenta. El doctor Cabot, en Barcelona, acapara el tratamiento de los jugadores lesionados de la casi totalidad del fútbol español. Otro tanto se puede decir del ya fallecido doctor Mújica, en Bilbao, cuya tradición continúan sus hijos. Se puede decir que los actuales futbolistas apenas cuentan con posibilidades de elección del médico que quieran dentro de la Mutualidad, y se tienen que conformar con el que les corresponda, dentro de la región, si el club no accede a abonarle esas pretensiones. La solución que a este problema plantean los clubs es un cuadro numeroso de médicos.
Las cuotas
De todos modos nadie como los números para explicar la situación. Los clubs de Primera División abonan a la Mutualidad una cuota anual de 16.800 pesetas; 5.600, los de Segunda; 3.500, los de Segunda B; y 2.800 los de Tercera. Cada jugador, siguiendo el mismo orden, paga, aunque se lo abone el club en la mayoría de los casos, 2.800, 1.680, 1.400 y 1.200, respectiva mente. Los entrenadores, según la categoría, 2.000, 1.200, 1.100 y mil. Los auxiliares y masajistas, mil, setecientas, seiscientas y quinientas, respectivamente. Los árbitros, de la categoría que sean, pagan como cuota anual un total de 150 pesetas.Por lo que se refiere a la categoría regional, los clubs de Primera pagan, también como cuota anual, novecientas; los de Segunda, quinientas; y trescientas, los de tercera. Los jugadores de estos equipos, respectivamente abonan, cuatrocientas, trescientas y doscientas, e igual sucede con los entrenadores, auxiliares y masajistas.
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