_
_
_
_
Reportaje:

Los grupos contra la ley de Peligrosidad Social

Ayer murió abrasada en la cárcel de mujeres de Basauri Isabel Gutiérrez Velasco, de veintitrés años. Había pegado fuego a su cama, y en ella ardió como una pira, el mismo día en que le había sido comunicada su presunta libertad: efectivamente, tras la detención, el pasado día 4, por hurto, quedaba, aunque legalmente libre, a disposición del Juzgado de Peligrosidad Social, que tramitaba su traslado a un hospital siquiátrico madrileño. Cuando le fue comunicada la decisión, se suicidó. En las fichas policiales aparecía como prostituta.Este es el último caso patético y terrible, que habla de la situación de indefensión y rechazo que va a ser puesta en cuestión y presentada en público por la Coordinadora de Grupos Marginados, en la Semana contra la ley de Peligrosidad Social, que comienza hoy en Madrid.

Abrirá la semana la presentación de libro elaborado por los grupos miembros de la coordinadora y preparado por Javier López Linage para la editorial Campo Abierto, titulado Grupos Marginados y Peligrosidad Social, y la semana culminará en una mesa redonda, en la facultad de Derecho, en la que intervendrán el profesor Guattari, Fernando Savater, Agustín García Calvo, Javier López Linage y se espera la presencia del sicólogo francés, introductor de la problemática siquiátrica de la diferencia y maestro de los jóvenes filósofos, Michel Foucault. Intervendrán también los grupos autotitulados marginados, que harán, esta vez, una presentación pública y global de su existencia, y que agrupan a mujeres, homosexuales, presos comunes, siquiatrízados, minusválidos, y asi mismo, algunas organizaciones políticas que se reclaman de la defensa del derecho a ser distinto. Para el domingo, todos estos grupos habían solicitado permiso gubernativo para convocar y realizar una manifestación pidiendo la supresión de la ley de Peligrosidad Social, permiso que se les ha denegado. Con todo, al próximo Pleno de las Cortes presentarán el pliego de firmas, pidiendo su supresión, con más de 10.000 recogidas durante los últimos meses.

La ley de Peligrosidad Social: todos somos sospechosos

El tema de esta semana es una de las leyes más frágiles, desde el punto de vista estrictamente jurídico, del panorama legal español: la ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, promulgada el 4 de agosto de 1970, bajo los auspicios del almirante Carrero Blanco. En su articulado, que pretende la instauración de un régimen de reinserción social de delincuentes y, sobre todo, de prevención de la delincuencia, se establece un sistema de penas inciertas que prevé la rehabilitación en distintos tipos de centros. Desgraciadamente, los centros a que se refiere la ley no existen en el sistema penitenciario espanol, ni tampoco el personal especializado que podría ayudar, a los supuestos delincuentes que caen bajo esta ley ambigua, a hacer vida normal tras su período de cautiverio. Bajo el ámbito de la ley cae un alto tanto por ciento de la población española, y me refiero a la que nunca ha tenido que ver con la policía. Y ya, estrictamente, los que cometan actos de homosexualidad o prostitución, los que utilicen o trafiquen drogas, los delincuentes juveniles y aquellos jóvenes que se reúnan en grupos que puedan dar lugar a la delincuencia, los alcohólicos, los que escandalicen en las calles con gritos, ruidos, etcétera. Hay que recordar que, para caer bajo el peso de esta ley, no hay que haber cometido delito: basta con que el tribunal estime que existe una conducta potencialmente delictiva.

Los que son diferentes

En el libro Grupos marginados y peligrosidad social se recogen los programas de intervención de las organizaciones integradas en la Coordinadora de Grupos Marginados. Curiosamente, un tinte irónico puntúa y sitúa a estos grupos, los más marginados socialmente. Dice Osiander, miembro de la Asociación para el Estudio de los Problemas de los Presos, que «buenos programas abundan. Esto mismo les debería hacer sospechosos de que, o bien no son tan buenos, o bien no sabemos que es eso de ser bueno», para referirse luego al carácter fraccional limitado y a un tiempo profundamente subversivo, en el sentido más socrático de la palabra, de los verdaderamente marginales: incómodos, inasimilables, intratables. «Al homosexual, a la feminista a ultranza, al loco, al encerrado y a muchos más, se les toma por inadaptados, enfermos, marginados a redimir o a eliminar. Y a los que les defienden, por individuos más dados al lujo que a la dura tarea cotidiana, o despistados que comienzan la casa por el ascensor. A los primeros terminalos peritos de turno les podrían curar. A los segundos, tal vez, ni eso. »Mujeres Libres es una asociación feminista que retorna el nombre y la inspiración de la organización de tipo anarquista que funcionó en España entre 1936 y 1939, que hacía coincidir con las tareas de la guerra en los frentes (que decantaron, entre otras, las posturas de las dirigentes femeninas y feministas de aquellos días en la izquierda y la derecha española) el trabajo de liberación de la mujer que, según ellas, no podía esperar a ninguna hipotética victoria del frente republicano para ir sentando sus bases. El grupo de este nombre funciona desde 1975. Mujeres Libres se considera «un grupo autónomo, libertario y antiautoritario, cuya cuestión fundamental no es la liberación de la mujer como nieta en sí..., sino que queremos la igualdad de las personas, igualdad de derechos y deberes sin diferenciaciones clasistas, estructurales o de sexos. Nuestro problema, por tanto, no se verá resuelto fuera de la revolución social, que propondrá una reforma total de las estructuras. Proponemos el sistema autogestionario; nuestra primera toma de conciencia está en el derecho -que también es un deber- de saber disponer de nosotras: de nuestros cuerpos y nuestras mentes».

La Agrupación Mercurio es una de las asociaciones de homosexuales por su liberación que, con las FHAR (Frente Homosexual de Acción Revolucionaria) forma parte de la Coordinadora. El derecho a ser homosexual, y la explicación de la máquina represiva del Estado en este terreno, que llega a la eliminación de la diferencia y de lo que ellos denominan postura de deseo, es decir, de toda la fuerza erótica, por tanto comunicativa, creadora, festiva, en la manifestación sexual y libre del hombre, como fuerza de mantenimiento del propio Estado, forman parte de su programa, que pasa, por supuesto, por la supresión de la ley de Peligrosidad Social, con la que se persiguen los actos homosexuales. Y que se concreta en la no consideración de los y las homosexuales como «un peligro social que es necesario tratar, reeducar y, por lo tanto, que se puede curar». Postura ésta que califican como «una aberración de los siglos de dominación de una moral cristiana, represiva y oscurantista».

El Colectivo de Siquiatrizados en Lucha representa a los marginados y encerrados por locos. Este colectivo responde a «la necesidad perentoria que tiene el loco de ser escuchado socialmente, de que la sociedad se percate de que sigue tratando con una persona, capaz en muchos aspectos, perfectamente digna de ser escuchada y respetada. Que el loco sea conocido, que desaparezca esa imagen que asusta al presuntamente sano, esa imagen que deforma al loco y hace de él un ser de tercera categoría». Su programa, que también reivindica la supresión de la citada ley, pasa por la reforma de las técnicas curativas y por la supresión del aislamiento social del loco. , La Comisión de Educación Especial se refiere a los subnormales, entendidos como minoría marginada. En efecto, es la sociedad la que marca el baremo de normalidad, y sospechosamente, éste se refiere siempre y es lo mismo para todas las minorías marginadas a los aspectos de productividad del trabajo humano.

Los comités de Apoyo a Copel han nacido con la salida a la libertad de los principales dirigentes de la Coordinadora de Presos en Lucha (Copel) que ha actuado en el interior de las prisiones durante los dos últimos años, vertebrando y cargando de sentido, cada vez más reivindicativo y político, la desesperación y la lucha de los presos llamados comunes. Aunque los problemas de estos presos son mal conocidos, la espectacularidad de sus acciones, que llega en muchos casos al suicidio o a la huelga de hambre hasta la muerte, han llevado a la popularidad a esta organización, que pide, además de la supresión de la ley de Peligrosidad Social, la reforma del actual sistema penitenciario, del Código Penal y, en última instancia, la desaparición de las cárceles. Todos estos grupos, cuya primera aparición conjunta empieza hoy, ponen en cuestión, en realidad, todo el aparato del Estado, y también, todo lo denominado sentido común, que es la visión del mundo colectiva que considera naturales todas estas distinciones. Que considera defensa del ciudadano normal estas fronteras que separan a minorías no productivas, o menos productivas, y las aparta del consenso social. Si el caso más flagrante es el de los locos y el de los presos, lo cierto es que parcelaciones y fronteras sirven para dar buena conciencia al ciudadano medio y para mantener la separación y mantenimiento del propio estado. El odio a la diferencia, el miedo a la disconformidad constitucional, y al final, el horror al asalto a la razón que estos marginados perpetran cada día, son la verdadera razón de su existencia. Y una cosa más: sumados en número los que constituyen estas minorías, no resultan tal minoría. El número puede ser escalofriante.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_