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La prensa, una responsabilidad del Estado

«La subsistencia de la prensa es una seria obligación del Estado. Los costos de la prensa ya no pueden afrontarlos en solitario los lectores y los anunciantes», dijo anoche Emilio Romero en una conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI sobre La caza del cuarto poder. Antes de referirse a los problemas económicos de la prensa, el director de El Imparcial, diario de próxima aparición, señaló que el país suele hablar más en los periódicos que en el Parlamento. «Puede decirse -señaló Romero- que el país son el Parlamento, los partidos, o "media docena de señores, más los vascos y los catalanes". La democracia española "cabe en el comedor privado de un restaurante". El pacto de la Moncloa, aunque resultara bien, es su más brillante ejemplo. El país, sin embargo, es otra cosa.»

La capacidad que tiene la prensa para criticar, ensalzar o denunciar es la que la ha convertido en el «cuarto poder», a cuya caza, una vez abierta la veda, van ahora los poderes políticos, dijo Emilio Romero.En estos momentos, señaló el conferenciante, la crisis económica de la prensa es gravísima. « Los periódicos que no están ya en pérdidas -que son los más- van a estarlo muy pronto. Por eso también se ha organizado la gran cacería de la prensa.» Es una caza fácil, dijo Romero. Si se consintiera, «la democracia padecería en sus áreas vitales». Se habría producido el peor secuestro de todos: el de la libertad. Si bien en una dictadura es un hecho coherente, «en una democracia sería una burla o un sarcasmo».

En su conferencia, Emilio Romero trató otros temas de la política española. Le ha tocado dijo «el privilegio y la desazón de ver tres salidas imperfectas y decepcionantes» de otros tantos regímenes. La última ha sido la de un Estado de cuarenta años, «mediante una transición desmanteladora en bloque, no pactado o convenido un futuro sin riesgos, y mediante un acta histórica de acusación, donde no se salva ni siquiera la dialéctica del propio dinamismo de la historia».

Para Emilio Romero, el «cambio» -«perezoso y cauteloso», de acuerdo con él, empezó con la ley de Prensa de 1966, que acababa con la censura, aunque tenía unas limitaciones que ponía en las manos del Gobierno determinados correctivos. En esa transformación la prensa ha participado en un porcentaje alto. «Los verdaderos autores del cambio, sin embargo, fueron el país que había nacido y el viejo régimen que no había sabido reconocerlo.»

Ahora nos hallamos en medio de una situación excepcional. «Hemos diferido la democracia real para dentro de dos años y nos hemos constituido en una democracia colegiada y formal», con un Gobierno convertido en un gabinete de trabajo y con una Oposición como vigilante celosa de ese trabajo.

Los españoles, subrayó el conferenciante, entramos mejor que salimos en los avatares históricos. «Y es que confundimos los papeles. La imaginación no es para entrar, sino para salir, y lo hacemos al revés.»

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