La socialdemocracia alemana se presenta dividida a su próximo congreso
Cuando aún no ha terminado el período de sorprendentes «hallazgos» en las principales cárceles alemanas (la policía acaba de revelar que los activistas retenidos en Stammheim se comunicaban por una puerta secreta), se abre una etapa trascendental para la República Federal de Alemania: la inmediata preparación del congreso socialdemócrata de Hamburgo, que le celebrará a mediados de este mes.
El llamado socialismo democrático alemán se enfrentará en la capital hanseática, centro de la izquierda consecuente alemana y patria del canciller Schmidt, al dilema de si el poder ha corrompido a quienes, tras el programa de Bad Godesberg, por el que el SPD se convirtió en partido burgués, accedieron a este poder para reformar lo reformable en una dirección democrática.Lo ocurrido en este país durante los dos últimos meses ha significado un verdadero trauma para los sectores críticos de la socialdemocracia, hasta el punto de que la dirección del partido, con excepción de Willy Brandt, ha intensificado su presión contra los disidentes.
Tres parlamentarios de esta tendencia, contrarios a la prohibición de contactos entre abogados y presos políticos mediante una ley, han terminado por acercarse a posiciones semiortodoxas, como la de la antigua líder de los jusos, Heidi Wieczorek-Zeul, quien se ha acercado casi literalmente a la situación estratégica de la tendencia Stamokap, que denuncia el capitalismo monopolista del Estado alemán
El animador de esta orientación, Klaus Benneter, fue expulsado del partido en el mes de septiembre por afirmar, entre otras cosas, que «los comunistas son competidores de los socialdemócratas, pero no enemigos» y que «los verdaderos enemigos de la clase obrera son los democristianos».
Heidi Wieczorek, opina ahora, que «la Democracia Cristiana alemana es incompatible con el sistema democrático». Literalmente, la ex presidenta de los jóvenes socialista ha dicho que «con el Partido Democristiano no cabe posibilidad alguna de comunidad de intereses por parte de los demócratas».
Heidi, la roja, como se la conoció popularmente, mantiene que «los límites del Estado de derecho se han rebasado», con lo que parece replicar al principio de Schmidt de que «en la lucha contra el terrorismo llegaremos hasta los mismos límites que nos permite el Estado de derecho». La señora Wieczorek atribuye a su partido la dudosa aportación democrática de la ley sobre contactos entre presos y defensores y el articulado anterior sobre defensa contra la violencia, cuyo espíritu se incubó durante el anterior congreso del partido, celebrado en Mannheim en 1975. «Las cosas -dice ella- no funcionarán igual en Hamburgo.» En este contexto, el congreso hamburgués debe ser «ocasión de planteamientos radicales -continuó diciendo la ex presidenta- si es que la socialdemocracia no ha claudicado de su aspiración originaria en favor de las libertades espirituales de los alemanes».
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