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Las centrales analizan el "pacto de la Moncloa" ante ejecutivos de finanzas

Líderes de las principales centrales sindicales acudieron a una cena-coloquio, organizada por la Asociación Española de Ejecutivos de Finanzas, que agrupa a cerca de trescientos altos directivos de empresas de mediana y gran dimensión, para explicar sus puntos de vista con respecto al pacto de la Moncloa, a la política de rentas y a la acción sindical.

La primera intervención, tras la presentación del moderador y vicepresidente, señor López de Viguri, que hizo hincapié en la crisis económica y habló de un estatuto del empresario, corrió a cargo de Antonio González, de la CSUT. El líder de la central unitaria afirmó que su actuación en el seno de la empresa va a estar, condicionada por la grave situación económica actual, pero insistió en la oposición de la CSUT al pacto de la Moncloa, «que no va a ser meramente verbal, sino activa». Razonó su postura en los topes salariales, que son un doble peligro para empresarios («habrá muchos que no puedan conceder ni ese 22 % de los acuerdos») y para los trabajadores («que en ciertas empresas, donde podían conseguir mejoras superiores al tope, van a vivir la tensión y conflictividad que éste impone»); en la falta de ayudas a la inversión y en las restricciones crediticias. Frente a estos factores negativos, añadió, hay en los acuerdos meros pronunciamientos inconcretos como con trapartida. Terminó su intervención calificando a los acuerdos de «pacto del miedo» y denunciando la discriminación («nos han cortado un programa que teníamos ya grabado en RTVE») para quienes discrepan del consenso a los acuerdos, «lo que es intolerable en una democracia».

Política reivindicativa

A continuación, por la USO, sector histórico, intervino el señor Martínez Ovejero, que calificó a las centrales de «convidados de piedra del pacto», y aseguró que su central no podía aceptar acuerdos en los que no había participado. Tras rechazar los topes salariales y la posibilidad de despidos, aseguró que «la USO mantendrá una política reivindicativa según los sectores, con el fin de no obstruir la salida de la crisis».

Escala móvil de salarios

A continuación habló Manuel Chaves, de UGT, que planteó -la pervivencia de un modelo «ineficaz e inadecuado» de relaciones industriales con el que hemos entrado en la crisis. Es necesario y urgente cambiar este modelo, regular la acción sindical y la negociación colectiva y convocar elecciones sindicales. Tanto los trabajadores como los empresarios necesitan que se clarifique el panorama sindical, afirmó, y se conozca la fuerza real, ycon ello la, representatividad y responsabilidad de cada sindicato. Pasó luego a considerar el pacto de la Moncloa, exponiendo la alternativa de «topes salariales móviles» de UGT, que preserven el poder adquisitivo de los trabajadores, frente a los fijos que contemplan los acuerdos Gobierno-partidos. El señor Chaves se preguntó también «¿hasta qué punto las centrales, caso de aceptar el pacto, iban a poder responder de que los trabajadores lo cumplieran?» No podemos, afirmó, no tenemos suficiente fuerza. Esto no quiere decir, continuó, que UGT, como central responsable, rechace la moderación salarial; pero-ésta tendrá que arbitrarse en función.de la marcha de cada empresa, y para ello es urgente que los trabajadores tengan acceso a la información, a los libros de contabilidad. Marcelino Camacho, secretario general de CCOO, intervino a continuación en defensa del pacto, fue el único sindicato que lo hizo, que « debe permitir ala democracia entrar en las fábricas, lugar donde hasta ahora dominaba el capital». El señor Camacho afirmó que el mode lo económico del año 59 había tocado techo, y expuso al auditorio, que le escuchó con educada corrección, una lección sobre economía e incluso sobre teoría económica pura. Citó a Galbraith y al referirse a los factores que condicionan la inversión mencionó « la teoría esa del bienestar de Keynes que todo el mundo conoce». En síntesis, el señor Camacho afirmó que los acuerdos contenían buena parte de las soluciones propugnadas por el Consejo Confederal de CCOO y añadió que significaban un cambio del modelo económico. «En las actuales circunstancias difícilmente podrían obtenerse mejores condiciones.»José Miguel Ibarrola, en nombre del Sindicato Unitario, cerró con una breve intervención las exposiciones de los sindicatos. Dijo que el pacto de la Moncloa era, en realidad, un pacto social y que por ello el SU se oponía al mismo. Informó, por otra parte, que su central estaba elaborando una verdadera alternativa para salir de la crisis que pronto haría pública.

Las preguntas de los ejecutivos, al término de las exposiciones, giraron fundamentalmente sobre la acción sindical en la empresa, sobre la interconexión partidos-sindicatos y sobre la política de rentas y el pacto. Entre las opiniones empresariales destacó la de un directivo bancario, que afirmó tener vigente en su empresa un convenio que contiene una revisión salarial para 1978 que supera los topes fijados por el pacto, e inquirió de las centrales qué iba a pasar. Manuel Chaves respondió que el pacto no anula ba disposiciones o acuerdos anteriores, limitándose a amenazar con restricciones crediticias y posibilidad de un despido de un 5 % de la plantilla.

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