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EI Atlético de Madrid se vino abajo al final

El Atlético de Madrid, que no llegó a jugar del todo mal en San Mamés, se hundió al final del encuentro. Precisamente, cuando con más afán tenía que habe - buscado el empate. Y, además, perdió los buenos modos y Rubén Cano escupió por dos veces a los espectadores. El Athletic no fue superior en conjunto y tuvo en Dani a su mejor soporte para aguantar la segunda parte. Ayala y Carlos estrellaron sendos remates en la madera.Cuando el árbitro indicó el término del encuentro, los jugadores iniciaron la marcha hacia los vestuarios. Rubén Cano, en lugar de buscar la lín éa recta hacia éstos, se fue hacia la banda, dondepoco antes había tenido sus más y sus menos con los espectadoresa los que había replicado sus insultos agarrándose sus partes genitales. El argentino, en un momento dado, volvió la cabeza y lanzó un enorme escupitajo a los espectadores, para salir corriendo a continuación, a pesar de que estaba a salvo por las vallas. Antes de entrar en el túnel, y a la ca rrera, escupió de nuevo hacia la grada. El escándalo fue enorme y el Atlético de Madrid dio la sensación de no saber perder, en la persona de este jugador y en la de Capón, que en toda la segunda parte nunca pudo frenar a Dan¡ y recurrió a la dureza, con la consiguiente amonestación.

Un campeón sin fe.

El actual campeón de Liga nogustó. Le faltó mucho mordiente y fe en sus posibilidades, cuando intentó la reacción para neutralizar el gol bilbaíno, si bien en ningún momento renunció al ataque. Acabó el partido desfondado, casi sin moral, y sin que nadie fuera capaz de coger la batuta del equipo, para tratar de poner un poco de orden en las acciones ofensivas. Prueba de ello fue que, en el último cuarto de hora, no se registró ni un solo disparo sobre la puerta de Iríbar.

El Athletic tampoco fue ffiás allá en su juego. Confirmó su mal momento y se vió sólo favorecido por la circunstancia de jugar en su propio terreno de juego. Dani fue al final una gran individualidad, en la que se apoyó su equipo, tanto para llevar los ataques como para ralentizar el juego en espera de que pasaran los minutos. Argote, un clásico extremo, debutó y desde luego no fracasó. Habilidoso y rápido, superó, 'Cuando ti.Qnía el balón controlado, a Marceúm. En su contra, sólo hay que apuntar una clara ocasión de gol, fallida, iniciada la segunda parte.

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