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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La unidad USO-UGT

(Comisión ejecutiva de USO)

El proceso unitario planteado por la USO a partir de finales del mes de julio pasado constituye una alternativa que se inserta y responde a la gran aspiración de la clase obrera, en el sentido de sentar unas bases firmes para la definitiva unidad sindical, o, en todo caso, hacer posible, a corto plazo, el desarrollo de grandes organizaciones obreras que las circunstancias generales del país requieren.

Es, además, algo que viene avalado por la oportunidad de resucitar un tema pendiente en el seno de la propia USO y que tiene el valor de hacerlo en unas circunstancias objetivamente inmejorables.

El peso del reflejo electoral del 15 de j unio proyectándose en el plano sindical. El inicio de dicho proceso antes de las elecciones sindicales. La necesidad de articular y dirigir la orientación socialista que caracteriza a la USO. Y, en general, la apuesta política por una alternativa socialista capaz de abrir una perspectiva de futuro para el mundo -obrero, jalonan y delimitan taxativamente una opción que hoy está pendiente de debate y decisión en la base de nuestra organización.

Por otro lado, no se nos escapa en absoluto que el tema se inserta en el meollo central de la actual dialéctica política y que cuenta con categoría y envergadura más que suficientes para inclinar y determinar en un plazo medio quién va a ostentar la hegemonía política y sindical en el país. El tema, por tanto, ni obedece a una simple opción voluntarista ni puede quedar constreñido a los condicionantes estrictos de una decisión organizativa interna, donde confluyen actualmente todo un clima de enrarecimiento en el que se revuelven la irracionalidad y el patrioterismo con la intuición y la perspicacia.

La extrañeza de una postura de rechazo -absoluto a tal planteamiento y que divide a la propia organización hoy, no puede ser achacable sin más a una dinámica subjetivista de desorbitada reafirmación de unas siglas que sirven de detonante para oponer una serie de obstáculos y profundizar en elementos diferenciadores que, a excepción de algunos, no vienen a cuento para impedir este proceso unitario del sindicalismo de orientación socialista.

Es más, si la repercusión previsible de este proceso de unidad va a afectar directamente a la configuración de la relación de fuerzas de los partidos y sindicatos que pugnan en la palestra, por deducción, resulta obligado admitir, de entrada, que tales fuerzas están interesadas en determinar, según los medios y la capacidad de cada cual, la posiblidad de que prospere en un sentido o en otro la conclusión de este debate, localizado hoy en un ámbito meramente interiorista, pero que por su propia dimensión no va a quedar condenado a morir con la decisión que la USO adopte al respecto. Al contrario, la USO habrá tenido el valor y la osadía de plantearlo, pero este asunto, no nos cabe la menor duda, va a constituirse en el caballo de batalla de la dinámica sindical, por lo menos, hasta superar la actual etapa de transitoriedad y se consoliden de una forma más definitiva las constantes que dinamicen el crecimiento de las grandes organizaciones de clase, como es la normalización democrática de la vida sindical.

La unidad del sindicalismo de orientación socialista aparece, además, inserto en el propio centro del proceso de liquidación de los reductos verticalistas, constituible en inicio de una vía sólida hacia la unidad sindical, supone un caso importante en el desarrollo del sindicalismo democrático y se erige en una alternativa con capacidad de responder a los graves y complejos problemas de todo tipo que nos afectan a los trabajadores.

Visto en perspectiva, el proceso de consolidación y profundización democrática -conquista de nuevas cotas y la dinámica cambio institucional en las estructuras y modosde vida heredados del antiguo régimen- está pasando ya desde hoy por la configuración y la afirmación de la personalidad inequívoca de las grandes organizaciones -políticas y sindicales, de derechas y de izquierdas-, sobre las que, querámoslo o no, van a recaer el peso y el protagonismo de hacer viable una nueva etapa para la sociedad española.A este proceso de configuración de las fuerzas sociales, unos, despectivamente, le llanían polarización de la vida política y sindical. Llámese como se quiera-, es un hecho y ahí está. No entro en su valoración, sino que lo constato como -algo Irreversible a partir de la lógica democrática que se,ha establecido en el país y que, por otro lado, resulta aceptado como campo de juego por las fuerzas mayoritariamente representativas.A partir de aquí la dialéctica de las alternati vas polít Icas que se entabla entre derecha e izquierda presupone a la vez la lucha entre fuerzas por la hegemonía de un campo o de otro. La hegemonía de una organización va a depender directamente de la propia capacidad política, de movilización, de alternativa y de medios para hacerla valer, todo lo cual se traduce en capacidad representativa. A nadie escapa, y mucho menos a las fuerzas mayoritarias en el campo sindical y político, que el debate planteado en el interno de la USO juega un papel importante en esta controversia. Entre UCD y PSOE en su pugna particular de desgaste y marcaje abierto, y entre PSOE y PCE en la lucha por la hegemonía del movimiento obrero.

Solamente partiendo de esta comprobación pueden resultar explicables la ferocidad, el radicalismo, las depuraciones personales, las campañas articuladas, los procedimientos unilaterales, antidemocráticos y escisionistas, la congelación de órganos dirigentes, etcétera, que, desde un sector de la propia USO, se dirige, en definitiva, a hacer imposible que prospere la propuesta de unidad del sindicalismo socialista.

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