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«No nos vamos a callar».

El director de la revista El Papus escribe un artículo bajo este título, en el que dice:«Nos resistimos a hacer una de esas condenas genéricas que utilizan los cautelosos a través de frases del tipo de «estamos contra la violencia venga de donde venga». Porque aunque eso sea verdad, nosotros ahora condenamos expresamente a la violencia fascista. Porque somos demócratas, porque estamos en defensa de la pluralidad y contra el autoritarismo, hemos sido repetidamente amenazados por la ultraderecha. Nos costaría mucho admitir que hemos sido objeto de un ataque de otro sector. El fascismo es muerte, y hemos sufrido muerte. El fascismo es violencia, y hemos sufrido violencia. El fascisco es coacción, y hemos sufrido coacción. Y el fascismo es malhumor, un espeso, negro y denso malhumor, y es por ello, precisamente por ello, que hemos sufrido nosotros esta dramática agresión.

¡Triste país! ¡Triste país, en el que se utilizan bombas contra las revistas de humor! ¡Triste país, en el que la libertad de expresión se ve continuamente asaltada por sobresaltos! ¡Triste país, en el que mandando la derecha, la ultraderecha está buscando una desestabilizauóri que provoque un golpe de Estado! Mordiéndonos los labios hemos de insistir: ¡Puñeteros fascistas!

Y quizá volverán. Vendrán por mí, por ti, por todos, que aquí no se salva ni Dios... Salvo, naturalmente, que entre todos vayamos pensando y actuando en función de un enemigo que es común y que en esta ocasión no buscaba solamente asustar y matar a la gente de nuestras revistas.»

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26 septiembre

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