Los tres toreros hicieron un trabajo sin calidad
Todo transcurrió monótono y sin sobresaltos hasta el sexto. Un tor o terciado, serio de cabeza, manso y peligroso. Desarmó en dos derrotes impresionantes a Gabriel Puerta, amagó saltar la barrera, y se fue suelto en varas. Puerta no pudo con él. Tras tantearlo por los dos pitones, aliñó. Y así dio fin a una corrida que se caracterizó por el trabajo a destajo de tres toreros sin calidad. Empeñados en agradar al público, eso sí. Pero no había calidad: el trabajo fue de chapuza. El mejor librado fue Dámaso González, pues el hombre tiene una técnípa o una rara habilidad para que no se le caigan los animalitos y para sacar pases. El hombre saca pases hasta a una silla. Medio agachado, sin estética, perfiló de frente muchas veces y templó otras. Así, en el primero hubo derechazos y naturales templa dos, y largos circulares citando de espalda qué agradaron mucho al público. El cuarto, en plena faena, dio con los huesos en el suelo; quedó inútil, o eso parecía, porque Dáinaso le siguió sacando pases. Muy malo el Niño de la Capea; al quinto, el mejor toro de la corrida, lo desperdició en una faena sin temple. El Niño levantó un vendaval, trapazo va, trapazo viene. En su primero, retorcido y vulgar, había hecho otro trabajo sin calidad alguna. A su primero, un sobrero de Camaligera, Gabriel Puerta le hizo una faenita sin calidad, pases muy rápidos, embarullados los más, con el pico de la muleta todos.
Plaza de Guadalajara
Segunda corrida de feria. Toros de, Bernardino Jiménez: terciados, mansos, flojos, manejables. Excepto el sexto, peligroso. El tercero fue devuelto por derrengado y bocho y sustituido por uno de Camaligera. Dámaso González: oreja. Ovación y saludos. Niño de la Capea: silencio. Silencio. Gabriel Puerta: oreja. Pitos.
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