_
_
_
_

Violencia y brutalidad

Violencia y vida son casi sinónimos. El grano de trigo que germina y parte de la tierra helada, el pico del polluelo que rompe la cáscara del huevo, la fecundación de la mujer, el nacimiento de un niño, son actos de violencia. Y nadie acusa al niño, a la mujer, al polluelo, al brote, al grano de trigo. El proceso que se hace contra la Fracción Ejército Rojo, el proceso de su violencia es real pero Alemania Federal, y, con ella, toda Europa y América, quieren engañarse. Más o menos oscuramente, todo elmundo sabe que esas dos palabras, proceso y violencia, ocultan una tercera, la brutalidad. La brutalidad del sistema. Y el proceso hecho a la violencia es la brutalidad misma. Y cuanto más grande sea la brutalidad más infamante será el proceso y más imperiosa y necesaria se hará la violencia. Cuanto más dura sea la brutalidad, tanto más la violencia, que es vida, será exigente hasta el heroismo. He aquí una frase de Andreas Baader: «La violencia es un potencial económico».Cuando se ha definido la violencia, como más arriba, es necesario decir lo que es la brutalidad: el gesto o la gesticulación teatral que pone fin a la libertad y sin otra razón que la voluntad de negar o de interrumpir una realización libre.

El gesto brutal es el gesto que rompe un acto libre. Al hacer esta distinción entre violencia y brutalidad no se trata de reemplazar una palabra por otra, dejando a la frase su función acusadora con respecto a los hombres que emplean la violencia. Se trata de rectificar un juicio cotidiano y de no permitir a los poderes disponer a su antojo, para su comodidad, del vocabulario como lo han hecho, lo hacen todavía con la palabra brutalidad, que reemplazan aquí, en Francia, por borrón o incidentes del camino...

Debemos a Andreas Baader, a Ulrike Meinhof, a Holgar Meins, a la República Federal en general, el habernos hecho comprender, no sólo por palabras, sino por acciones, fuera de las prisiones y en las prisiones, que solamente la violencia puede acabar con la brutalidad de los hombres...

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Cuando denuncian las brutalidades de Estados Unidos y de su agente privilegiado, Alemania Federal, es de esta Alemania sierva de la que ellos se preocupan, pero al mismo tiempo, en el mismo movimiento se preocupan de toda la miseria del mundo. Y cuando escriben sobre ello los miembros de La Fracción Ejército Rojo prueban no sólo la generosidad y la ternura velada de sus sentimientos, expresan todavía una sensibilidad muy delicada hacia los que aquí, en Europa, continuamos llamando la escoria. ¿Pero acusar al Gobierno alemán, a la Administración alemana, a la población alemana, qué significa esto? Si Estados Unidos no estuviese físicamente presente en Alemania, si su ambición no hubiese alcanzado esa envergadura, si Europa no le hubiese asegurado a la Alemania Occidental una función policíaca frente al Este, esta espina, que es la Fracción Ejército Rojo, en la carne demasiado grasienta de Alemania sería, tal vez, menos aguda y Alemania, menos inhumana.

Si se quiere, creo ver aquí un doble error. Alemania busca y en una cierta medida lo consigue, dar una imagen de la Fracción del Ejército Rojo terrorífica, monstruosa. Por otra parte, y por el mismo movimiento, el resto de Europa y de América, al estimular la intransigencia de Alemania en su actividad violenta contra la Fracción Ejército Rojo, buscan y, en una cierta medida, logran dar de la Alemania eterna una imagen terrorífica, monstruosa.

2 septiembre

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_