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Grecia normalizará sus relaciones con la OTAN antes de ingresar en la CEE

Una vez más se plantea la posibilidad de que un país determinado ingrese en la CEE previa normalización de sus relaciones con la Alianza Atlántica a efectos militares. Aunque el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, haya dicho a su regreso de Atenas que Grecia se enfrenta a dos posibilidades no vinculadas entre sí (ingreso en la CEE y regreso a la OTAN, lo cierto es que el jefe de la diplomacia alemana ha obtenido de los griegos la promesa de no repetir el caso de Francia, cuyo Gobierno persiste, como es sabido, en su rechazo de cualquier compromiso militar con la Alianza occidental.

Como primer paso, Atenas se ha comprometido ya a enviar fuerzas a las maniobras de otoño en el centro de Europa. En cuanto a la incorporación de Grecia a la CEE, Genscher ha repetido la «buena disposición» de su Gobierno en favor de la incorporación del país balcánico como «decisivo espaldarazo al orden democrático establecido en Atenas». A cambio de esta «buena disposición», Atenas ha garantizado mejores condiciones para las inversiones alemana en Grecia.La gestión de Genscher en pro de una ampliación efectiva de la OTAN en el flanco europeo oriental coincide con el malestar creado en la República Federal de Alemania por la más reciente actitud del Ministerio de Defensa norteamericano respecto al concepto «defensa de frentes» o de avanza da. El carácter de táctica disuasoria o preventiva que tendría el regreso de Grecia a la Alianza occidental empieza a no reconocerse en Washington en lo que toca a la RFA. Liberales y socialdemócratas ale manes han criticado duramente el estudio realizado por el senador Les Aspin, corroborado indirecta mente por el Pentágono, y le atribuyen el carácter de claudicación.

Según los parlamentarios alemanes, rehusar a financiar el sistema defensivo a lo largo de la línea de demarcación entre el bloque socialista y la Europa capitalista significaría convertir a la RFA en posible campo de confrontación armada. Los norteamericanos dicen que dotar a este sistema de treinta a 46.000 millones de dólares (de dos a tres billones de pesetas) o, según palabras de Aspin, «defender cada brizna de la RFA», es un lujo excesivamente caro. Por esta razón los americanos parecen más inclinados a mantener tan sólo sus efectivos en torno al Rin. Esto según los alemanes, atenta contra los intereses de la población alemana y puede traer consigo «graves consecuencias sicológicas».

El Ministerio alemán de Defensa ve en la nueva actitud de Estados Unidos una claudicación de posturas mantenidas durante diez años, en los que la Alianza occidental se había preocupado más de crear un concepto disuasorio que una táctica defensiva. Un experto del Partido Socialdemócrata (SPD), Bertram Blank, ha comentado que «no se trata de defender cada brizna de la RFA, sino de convencer a un posible atacante -entiéndase la URSS- de que prescinda de antemano de cualquier plan operativo contra las zonas habitadas de Alemania».

En este sentido, la vuelta de Grecia a la obediencia militar germano-norteamericana significa mucho para Bonn, sobre todo si Bonn consigue, como parece, que griegos y turcos se reúnan en torno a una mesa y resuelvan de una vez por todas sus diferencias sobre Chipre. Ambos países serían un excelente mercado para la tecnología militar alemana y un tapón efectivo contra la expansión soviética.

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