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Los viajes exóticos, objetivo del turismo joven

Este tipo de viajes son una experiencia colectiva que se inicia mucho antes de que el motor del coche se ponga en marcha. Cuando un grupo de gente decide lanzarse a la aventura, es necesario discutir previamente múltiples cuestiones: el trayecto del viaje, su duración, el sistema de transporte, etcétera. Normalmente se fleta un vehículo capaz y resistente -suelen ser una furgoneta que sirve de vivienda móvil o un Citroën 2 CV- y se reúne una bolsa común en la que cada viajero aporta la misma cantidad.Las cuestiones técnicas -formalidades aduaneras, cambios de moneda y demás- se van resolviendo sobre la marcha. En cuanto a rutas, comidas y alojamientos conviene pedir consejo a quien haya estado recientemente en los países que se van a visitar y confiar en la buena estrella. La guía que apareció en el Ajoblanco del mes de julio es un texto de consulta indispensable para los que se arriesgan a descubrir por sí mismos el mundo de las mil y una noche o el Africa negra.

Marruecos, como puerta

Marruecos es la puerta de entrada a la Africa auténtica, donde se produce el primer contacto con una cultura diferente a la europea. Agadir, Asilah, Casablanca, Tánger, Tetuán y sobre todo Marrakech son las poblaciones marroquíes que ofrecen más interés. En todas ellas hay campings bastante baratos y bien acondicionados. También se puede dormir en los bares de los pueblos donde acostumbran a poner colchones en el suelo por las noches, o simplemente al aire libre bajo las estrellas. No se pasa frío: las temperaturas medias son de unos cincuenta grados centígrados.La mejor forma de viajar es por carretera -la red de ferrocarriles no es muy extensa-, pero se deben llevar depósitos de agua y gasolina de repuesto si se atraviesan zonas desérticas. Una ventaja para los que van con coche propio son los vales de gasolina a precio reducido que concede el Gobierno marroquí a los extranjeros.

La cantidad de requisitos que se exigen para pasar la frontera es una molestia con la que hay que contar, como las que ocasionan el calor o los insectos. Además de los pasaportes hay que presentar visados, permisos especiales y certificados de sanidad: el de viruela, siempre lo piden, y el de cólera o fiebre amarilla, según países. Para compensar las formalidades burocráticas la policía -salvo excepciones- suele comportarse cortesmente con los viajeros aunque tengan aspecto de hippies y no declaren demasiado dinero.

La cuestión del idioma no es problema. No hace falta dominar el árabe; en inglés o en francés te haces entender fácilmente.

En Argelia uno de los alicientes que se ofrece al visitante, además de sus estupendas ruinas romanas, es la posibilidad de acampar gratis en las playas o terrenos comunitarios siempre que se informe a las autoridades locales. En general se encuentra comida y alojamiento por poco dinero.

De Marruecos y Argelia parten una serie de rutas vírgenes turísticamente, pero con los previsibles inconvenientes de carreteras infames y escasos centros de aprovisionamiento. Las más viables son las de la costa, la de Mauritania, la ruta central de Tanezrouft y la del este, la ruta del Hoggar.

Una de las diversiones del viaje es recorrer los abigarrados zocos árabes. En ellos todo el mundo vende de todo y el derecho a estafar al ingenuo comprador es la regla del juego. Este es uno de los encantos del viaje, practicar el deporte del regateo. Los pequeños robos y los timos son frecuentes, pero la gente es amable y hospitalaria.

En caso de quedarse sin dinero se puede encontrar trabajo en campos petrolíferos de Argelia. También se puede ganar algo dando lecciones de inglés o cantando en cafés u hoteles si se sabe tocar algún instrumento.

A la India de peregrinación

Grecia, Turquía, Irán, Afganistán... son las estaciones de una especie de peregrinación que tiene por meca la India, cuna de la filosofía que, transplantada a Occidente, inspiró en su día el movimiento hippie. Para los jóvenes que emprenden este trayecto ir a la India es algo más que hacer un viaje. Sólo esto justifica las múltiples incomodidades, el cansancio y las dificultades de todo tipo que deben superar para cubrir tan largas distancias en precarias condiciones. La obligada convivencia de un grupo de personas en el reducido espacio de una furgoneta, en muchos casos también dormitorio, puede ser una experiencia magnífica pero también puede convertirse en algo alucinante.Sin embargo, según los testimonios de quienes ya están de vuelta, el conocimiento de la India compensa de sobra todos los inconvenientes y vale la pena intentarlo.

Delhi, Goa, Calcuta, Benares, Katmandou, Bangkok... son algunas de las poblaciones más importantes que jalonan la ruta asiática más transitada por los jóvenes viajeros.

Un consejo interesante es el de llevar relojes automáticos, perfumes, calculadoras o gafas de sol. Estos objetos están allí muy solicitados y se cambian directamente por sarís de seda u otros productos de la artesanía hindú.

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