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Reportaje:

Los torneos futbolísticos, un negocio redondo

Más de cuarenta equipos extranjeros de fútbol habrán actuado en España cuando, al término del presente mes, llegue a su fin la oleada de torneos veraniegos. El fútbol español sólo tiene un mes de descanso: julio. En agosto, los clubs se preparan para el campeonato de Liga en medio de una febril actividad deportivo-comercial presidida por los torneos veraniegos, una fórmula de competición breve y espectacular cuyo éxito rotundo está probado por su cotidiana expansión. Cuatro equipos, dos semifinales, una final de vencidos y una final absoluta. Todo ello puede ser lo bastante para recaudar cerca de treinta millones en ciudades no muy grandes, como La Coruña, Málaga y Cádiz, por citar tres de las que poseen torneo veraniego de más alto rango. En otros lugares se organizan competiciones más económicas, con equipos de menor prestigio, pero el éxito económico está asegurado. El público español, tras un mes sin ver un partido, está ávido de fútbol y llena los campos donde sea.Sólo un sector del fútbol está en contra de los torneos: los entrenadores. A ellos les gustaría poder preparar su equipo cara a la temporada de Liga con más calma, sin las exigencias que plantean estos torneos. El futbolista es, en realidad, un atleta delicado que tarda tiempo en alcanzar sus máximas posibilidades después de un mes de descanso, y forzar ese ritmo puede resultar peligroso. Los entrenadores, sin embargo, saben que no pueden permitirse el lujo de acudir a los torneos de verano sólo a competir, porque hace mucho tiempo que en el fútbol competir dejó de ser lo importante. En fútbol hay que ganar, y si no se gana el entrenador puede quedarse sin trabajo incluso antes de que comience la Liga o a las pocas semanas de iniciada. Sin embargo, tienen que aceptarlo, porque cualquier club de cierto prestigio puede ingresar un buen puñado de millones jugando un par de estos torneos, y el fútbol se mueve más en torno a la peseta que a nada. Así, los entrenadores se ven obligados a forzar el ritmo de preparación de sus jugadores para que, a las dos semanas de la vuelta de vacaciones, puedan, o al menos lo intenten, jugar dos encuentros en días consecutivos, con considerable calor, y ante un rival de calidad al que hay que poner tanto interés en ganar como si se tratara de una competición oficial. Y es que la peseta manda.

Fuga de divisas

La peseta y el dólar, porque una buena parte de los clubs que participan son, como queda dicho más arriba, extranjeros. El aficionado español tiene el más directo contacto con el fútbol de otros lugares gracias a los torneos de verano. Equipos del máximo prestigio de Brasil, Uruguay, Argentina, Portugal, Francia, Alemania, Italia, Inglaterra o de donde.se quiera -hay incluso alguna nota exótica, como la selección japonesa- vienen aquí en agosto, a golpe de dólar, para dar más interés a estas minicompeticiones, que siempre resultan un negocio redondo. Muchos de ellos no vienen para un sólo torneo, sino que Juegan un par de ellos o tres y algún partido amistoso aislado.El precio que hay que pagar a estos clubs es muy variado, y no está exactamente en función de lo que, en el momento de la contratación, signi fique el equipo de que se trata en calidad real de juego, en posibilidades deportivas. En la cotización de un club está siempre presente su prestigio, su historia, el reclamo de alguna figura destacada, conocida mundialmente, aunque esté en un marcado ocaso deportivo. Un hombre como Gianni Rivera puede mejorar decisivamente la cotización del Milán, del mismo modo que el Fluminense es más caro con Rivelino que sin él. En casi todas las ocasiones, en el contrato se específica que el equipo en cuestión ha de traer al torneo a su divo, pues sin él el interés sería menor.

El precio de un equipo extranjero de cierto prestigio -prácticamente todos los que vienen son clubs de solera, con un nombre llamativo- no buja de los 10.000 dólares por partido, y puede llegar en ocasiones a los 30.000 -esto es lo que cobra el Eintracht de Braunchsweig, que acudirá al homenaje a Velázquez-. Hay que doblar la cantidad, por supuesto, si se trata de un torneo de verano, pues en estas competiciones cada equipo suele jugar dos encuentros, salvo en aquellos pocos en los que se utiliza la fórmula de competición triangular. Por supuesto, se paga en dólares. La devaluación, en este sentido, les ha jugado una mala pasada a los organizadores, pues los precios estaban concertados desde antes de que ésta se produjera. En definitiva, pues, cabe estimar que un torneo tipo Teresa Herrera, en el que participan tres equipos extranjeros, supone una evasión de dólares por valor equivalente a más de diez millones de pesetas. La cantidad baja si se trata de un torneo como el Carranza o el Villa de Madrid, con dos equipos extranjeros y dos nacionales. A falta de datos oficiales puede decirse que el total de estos torneos de verano supone para el país un desembolso de divisas de más de un millón de dólares. Pero todo se da por bien empleado. El público acude en masa, y los organizadores -ayuntamientos o clubs españoles casi siempre- obtienen amplios márgenes de ganancias, a pesar de que los intermediarios encargados de contratar a los clubs se llevan un buen pellizco. Pese a todo, acaso no haya que cargar mucho las tintas sobre la evasión de divisas por me dio de los torneos de verano. Algunos clubs españoles -caso de Atlético y Barcelona este mes- recuperan parte de ello por el proceso contrario: jugando encuentros y torneos amistosos de verano fuera del país. Y, en cualquier caso, la fuga que se produce a través de estos torneos veraniegos no es más que una pequeña parte de lo que el fútbol español evade al cabo de un año. El Madrid y el Barcelona in gresan a sus germanicos y holan deses una cantidad sensiblemente superior a ésta. Los traspasos de tanto astro foráneo como pulula en nuestro fútbol se pagan también en divisas frescas. Los torneos de ve rano no son lo primero que es pre ciso atacar cuando se trate de cortar el chorro.

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