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La Iglesia alemana, contra la sindicalización de sus 480.000 funcionarios

La Iglesia alemana, la segunda empresa de la República Federal de Alemania (RFA), en número de empleados tras la Administración pública, debería hacer frente a partir del próximo otoño a una nueva situación: la del ingreso masivo de sus 480.000 funcionarios en el Sindicato de Servicios Públicos Esta posibilidad, que cuenta con la resistencia de una mayoría de los obispos y de los supremos pastores evangélicos, dignificará al tiempo el progresivo abandono de la normativa que, hasta ahora, dominaba las relaciones laborales entre los empleados eclesiásticos y las diócesis. Las jerarquías católica y protestante de la RFA, que ofrecen seria resistencia a la reforma sanitaria del Gobierno y a la desaparición del impuesto obligatorio para la Iglesia, temen que la sindicación de quienes trabajan en sus centros representará una agudización de la lucha de clases en su seno. Hasta el momento, la fijación de los salarios y el desarrollo de la contratación dentro de estas instituciones se mantienen en los cauces de una legislación eclesiástica anacrónica e injusta en muchos casos, intocable por el momento incluso para el propio Estado.Según la ordenanza laboral del Obispado de Munich, por ejemplo, puede ser expulsado de su puesto laboral cualquier empleado de la Iglesia que «en algún momento manifieste públicamente un criterio contrario a la fe o a la moral católica». Esta exclusión no conlleva indemnización alguna. A pesar de que existe una norma reciente aprobada por el episcopado según la cual «la Iglesia ve en los acuerdos tarifarios un elementos positivo para el actual orden social». solamente una diócesis evangélica, la de Schleswig-Holstein, ha introducido este tipo de relaciones en sus instituciones educativas y asistenciales.

A pesar de la desconfianza que muestra la jerarquía eclesiástica hacia los sindicatos, 30.000 empleados a su servicio han optado ya por ingresar en estas organizaciones durante los últimos meses. En su primera asamblea, que ha tenido lugar este mismo verano, estos empleados han presentado «una clara y contundente estrategia para promover un conflicto generalizado con los empresarios eclesiásticos» que en 1946 ingresaron mediante los impuestos directos obligatorios un total equivalente a los 156.000 millones de pesetas. El primer objetivo para el próximo otoño es el de la constitución de comisiones encargadas de revisar la situación laboral de los empleados diocesanos y la preparación de una huelga general en los establecimientos de la Iglesia si los jerarcas de ésta se resistiesen a las demandas que se les formulen. La enriquecida Iglesia alemana se encuentra, pues, ante una difícil prueba para la que no estaba preparada.

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