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El interés del Tour

El Tour llegó ayer a la mitad de su trayecto, al menos en cuanto a número de etapas se refiere. Y llegó con monotonía y aburrimiento sin par. Desde Burdeos, quinta etapa, han pasado seis más con sprints masivos o escapadas sin trascendencía y postreras de hombres sin entidad cara a la clasifícación general.Una vez más se ha demostrado y se demuestra que el ciclismo sólo se decide en las montañas y, en las contra reloj. Rara vez en una etapa llana. Como mucho, algún hombre importante pierde tierripo en un descuido o en una caída, pero la selección es mínima. El Tour 77 tiene prácticamente la misma clasificación general desde la segunda etapa, la única pirenaica de este año. Luego se ha retocado sólo con la contra reloj de Burdeos, tras empezar a formarse en la prólogo de Fleurance.

Y la tónica, salvo que la etapa de hoy con el pavés o adoquinado belga diga lo contrario -ese llano, el del terrible Tour de Flandes, no lo es tanto- seguirá todavía varios días más. Con día de descanso incluido puede continuar hasta el domingo. Justamente hasta que los corredores se encuentren con dos contra reloj, la segunda en cuesta, y la etapa quizá decisiva que termina a continuación en Alpe d'Huez. Allí se verá lo que resiste Thurau, las fuerzas de Merckx y si Van Impe puede restar en ella el tiempo cedido contra el cronómetro.

Pero, según todo esto queda demostrado que la pérdida de interés por el Tour es lógica. Sólo las grandes batallas acaparan la atención. Si se mantiene un kilometraje tan largo con un resultado deportivo tan aburrido es únicamente porque a la organización le compensa económicamente. Y en Francia, al menos, aún tienen la esperanza de que gane Thevenet. En España, ni eso. Aunque Galdós está séptimo, aquí sólo cabe recordar los tiempos de Bahamontes, Julio Jiménez o Fuente. En el ciclismo español si que cualquier tiempo pasado fue mejor.

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