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Reportaje:

Crónica de un domingo ante el televisor

A las dos en punto comenzó Crónica de siete días, con el nuevo estilo de Joaquín Soler Serrano. El mejor magazine de los informativos semanales junto con Informe semanal. En dos minutos se ofreció la noticia de la fiesta del Rey (actos de este tipo, en tiempos cercanos, hubieran justificado todo un programa especial), calificado de «fiesta con su pueblo». Jaime Campmany analizó con prosa melancólica el asesinato de De Ybarra e invitó a la esperanza y al trabajo social: «Unos se pasan la vida llorando sobre las culpas y penas del pasado. Este verano empezamos un capítulo nuevo de nuestra historia, vamos a traerles a los hijos de todos un carro de manzanas maduras. » A continuación siguió un reportaje sobre la noche de San Juan: siete minutos para Cataluña y tres para Asturias. Una canción en catalán, el San Joan del tantas veces vetado Serrat, y una coral asturiana sobre imágenes ecológicas. Seis personas del pueblo, además de Serrat, hablaron del significado de la fiesta. Es raro que el pueblo intervenga en los informativos.La actividad política se glosó en doce minutos y también aquí se activó el signo de la justicia distributiva camino de la imparcialidad. Se proyectaron fotos fijas, de igual duración, de los siguientes políticos: Reventós, Carrillo (dos veces), grupo de UCD, Suárez, Felipe González, los ministros Oreja y Carriles, más uña entrevista con el senador regio Ollero, que propugnó «cierta neutralidad» de su grupo y recordó el «yo sigo en la Oposición democrática». La información religiosa se llevó una gran tajada: doce minutos para la Conferencia Episcopal. Siete para el obispo Yanes y cinco para su sustituto, monseñor Iribarren. Los dos muy simpáticos. No dijeron nada, se fueron por los derroteros de lo abstracto. La crónica internacional ocupó trece minutos: se aludió a los 100.000 asesinatos de Amín. El transplante de corazón de mandril por parte de Barnard fue comentado por el doctor Rábago, que también escurrió su juicio ético. Derechos humanos y cuatro minutos de homenaje a Dionisio Ridruejo, con imágenes de la exposición de la Biblioteca Nacional. En resumen, un buen informativo, utilizando todos los recursos del medio.

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LOS ANUNCIOS

El Telediario 1.ª edición, dirigido por Miguel A. Gozalo, se emitió con doce minutos de retraso. La continuidad se salvó con las postales y paisajes de costumbre. El retraso se debió a que Crónica de siete días y el telediario utilizaron el mismo estudio. Esta imprevisión provocó que Opinión pública no pudiese emitirse. Los responsables no tuvieron la gentileza ni de dar explicaciones ni de rogar disculpas. Veinticinco minutos divididos en los bloques convencionales de los telediarios: nacional (con una pequeña incursión reformista: dos minutos de diálogo con el economista Julián Campo, del PSOE); internacional, tres minutos para otra provincia (las cuevas de Puente Viesgo, de Santander); el tiempo; y siete minutos para deportes, casi un tercio de la duración total.

El Telediario 2.ª edición se emitió, igualmente, con seis minutos de retraso. Los mismos bloques y distintas noticias para los veintidós minutos. Ultimas noticias batió todos los records. Hasta ahora RTVE cerraba la emisión los días laborales a las doce menos cuarto y a las doce, aproximadamente, los festivos. Ultimas noticias se emitió nada menos que 53 minutos más tarde de lo programado, en parte debido al desbarajuste y excesos de Estudio estadio. El último informativo tenía que durar cinco minutos, pero se prolongó hasta diecisiete. No porque hubiese noticias importantes (una nacional: el avance de la ,entrevista con Suárez que L'Express publicaría al día siguiente), siete anodinos flashes internacionales interrumpidos por ocho minutos de monseñor Escrivá de Balaguer, en ocasión del segundo aniversario de su muerte.

Atracón deportivo

Para transmitir en directo dos minutos, 36 segundos, duración de la carrera de caballos del Gran Premio de Madrid, se necesitaron exactamente veinte minutos de conexión. El hecho es que Estudio estadio, que se despedía hasta la nueva temporada, tenía previsto un cuarto de hora de programa (otros domingos alcanzaba los treinta minutos), se prolongó hasta los 49 minutos. Resultado: si añadimos los ocho minutos del Telediario 1.ª, los cuatro del Telediario, 2.ª y los tres de Ultimas noticias, tenemos 172 minutos dedicados a deportes, que sobre un total de once horas y diez minutos de emisión represen tan nada menos que el 28,5 % del domingo.

Los programas que tienen más aceptación son, por regla general, largometrajes y telefilmes. Este domingo se emitieron tres. Todos ellos de producción ajena y todos norteamericanos. Comenzaba Sara, serie que sustituye a La casa de la pradera. Las dos series son de temática y tratamiento tan similares que los técnicos las distanciaron interponiendo una historia infantil finlandesa para que los espectadores no contaminasen los dos productos norteamericanos. Sara es una maestra con ideología algo más progresista. El guión obedece a los esquemas convencionales: el conflicto dramático se plantea, para entendernos, entre buenos y malos. En este caso los malos son todo el pueblo, fuerzas vivas, padres y niños racistas que no aceptan la pequeña mestiza en la escuela. Los buenos, la maestra y la niña, acabaron, como exige el pudor televisivo, venciendo milagrosamente y por los pelos. En Misterio, también vencen los de siempre. El comisario McCloud, el policía vaquero y rudo en misión especial por todo el territorio norteamericano no sólo destripa la banda de ladrones y salva de la muerte al viejo indio que tiene que comprar los vestidos de su etnia en una tienda de disfraces, sino que derrota a sus superiores y compañeros policías semana tras semana. Tan sólo cuatro muertos en un día. Los niños españoles ven un mínimo de 1.500 muertes violentas al año, cifra que seguro hay que multiplicar por diez, amén de los demás actos de violencia, como en el tercer telefilme del día, Serpico, con otro agente progre que está dispuesto a acabar con la corrupción de sus propios compañeros.

Sigue El mundo en acción, de Quadra Salcedo, en pequeñas dosis, sin nada particular salvo la curiosidad de los sefarditas hablando y cantando el viejo castellano. Musiqueando también quiere renovarse y entrar en puesta democrática. Hasta el mismísimo Sergio se presenta menos aseado, con barba y pelo largo, y Estíbaliz sin coletas, interpretando folklore vasco y sefardí. Pero la sorpresa estuvo en Ana Belén que llevaba seis años sin volver a RTVE, e interpretó poemas de Nicolás Guillén. Los censores admitieron hasta Me matan si no trabajo.

Sólo queda hacer mención a 625 líneas, de Plaza, espacio que sirve para promocionar los programas de RTVE.

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