Carabanchel: "Diario 16" y EL PAIS, prohibidos

El director de la Prisión de Carabanchel no permite la entrada en este establecimiento de los periódicos EL PAIS y Diario 16, o Diario 16 y EL PAIS (tanto monta, monta tanto). Este director ha establecido por su cuenta una nueva censura (¿una más?). Por lo visto, no le son simpáticos estos dos periódicos. ¿Por qué? Ignoro los motivos, pero así es.Hoy, que el que firma esta carta ha tenido que asistir a juicio oral, ha comprado, a través de recadero de los calabozos del Palacio de Justicia, ejemplares de EL PAIS, Diario 16 y Ya. Al llegar a Carabanchel y, una vez en la celda de cacheo, al pasar el reglamentario cacheo, sólo me han permitido la entrada al interior del Centro del ejemplar del Ya, pero me han retenido EL PAIS y Diario 16. Según el señor funcionario del departamento de cacheo, dichos periódicos no están autorizados. Consultado el señor jefe de Servicios, su contestación ha sido rotunda: sólo están autorizados (se refería a periódicos) ABC, Ya, Arriba, Informaciones, Pueblo y El Alcázar.

Como usted sabe, nos encontramos en el mes de junio del año de «gracia» de las elecciones; nos dicen que ya «hay democracia» y que el pueblo ya ostenta la soberanía. ¿Es verdad este sueño? En la cárcel de Carabanchel, no. Un señor director ha establecido -como si estuviéramos en los amargos años del anterior régimen- una rigurosa censura por la cual EL PAIS y Diario 16 no deben ni pueden leerlo los presos y detenidos; de lo contrario, serán severamente castigados. Yo soy detenido (preventivo) y según las vigentes leyes gozo de muchos privilegios, pero que no los disfruto. He estado tres meses y medio (del 19-2-77 al 27-4-77) en el penal de Ocaña. Fui una de las víctimas de la «saca» de la madrugada del 19 de febrero con el procedimiento del esparadrapo en la boca, esposado, desnudo, etcétera. Algo indigno. Allí, en Ocaña, todavía quedan catorce compañeros asimismo preventivos, que siguen sufriendo la dureza de aquella disciplina espartana. Desde hace doce días están en huelga de hambre.

No le extrañe que, ante tal cúmulo de atropellos e injusticias (esta de los periódicos es una más y de las más pequeñas), mis compañeros -más jóvenes que yo- se corten las venas, se declaren en huelga de hambre, se corten otras partes del cuerpo, etcétera.

No dude nunca, señor, de la legal validez de las humanas peticiones de libertad de los presos sociales (no comunes).

¿Tendremos que sufrir todavía más?

Ojalá usted pueda lograr que en este centro llegue un día no muy lejano que no sea una falta grave (cuarenta días de celda de castigo) poder leer, sin miedo a represiones, EL PAIS y Diario 16.

¡Juro ante Dios que cuanto antecede es verdad!

Un respetuoso saludo.

P.D. Esta carta sale clandestinamente. Hago constar mi agradecimiento a la persona que, exponiéndose, la depositará en un buzón de Correos. Le comunico que soy de COPEL (Coordinadora de Presos Españoles en Lucha). (pacífica);