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Tribuna
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El Partido Socialista y sus responsables opciones

(Miembro de la Comisión Ejecutiva del Partido Socialista Obrero Español)El próximo 15 de junio se celebrarán elecciones generales tras un período de cuatro décadas que al enjuiciarse convierte en débil cualquier vocablo fuerte. Es dato positivo, aunque singular, que el pueblo consiga expresar su opinión y afirmar sus determinaciones. Son datos negativos, y plurales, que no lo pueda hacer a través de los mecanismos idóneos que en Europa occidental valoran la insoslayable decisión democrática. Porque todavía no están legalizados todos los partidos, y entre ellos varios que se recaban del marxismo-leninismo y cuyo modelo de sociedad, en perspectiva histórica a pesar de diferencias semánticas y pasos intermedios, no parece distinguirse notablemente del legalizado de la misma ideología; y esto es grave, ya que si los neodemócratas al mostrar sus sondeos semanal es podrían cuantificar en mínimos, no se percatan, por serlo, de que para quienes penábamos a lo parla mientras ellos enfatizaban a la romana, más riguroso que leer el guarismo de los posibles votos es no privar a ningún ciudadano de inclinar su preferencia por cualquier alternativa política y social sin discriminación alguna. Hay que señalar, también, la existencia de presos políticos, que desde una visión madrileñista gubernamental se contabilizan como docenas. Pero como bastantes de ellos son vascos se ha de señalar, junto a las razones conocidas que nos reiteran en la petición de amnistía, el riesgo que se incurre dilatando su encarcelamiento, que no es otro que el de alterar el proceso electoral, ya que sus compañeros pueden desatar una ola de violencia que no solamente trastornaría mi país, sino que sería aprovechado por los alianzistas del miedo en todo el Estado para provocar conflictiva involución. ,

Tampoco resulta alentador la exclusión de casi tres millones de jovenes para votar, jóvenes para Ios que un país más justo y solidario que el que estamos dejando atrás reclama que no sigan mandando con nuevas palabras quienes, de una u otra forma, hacían lo mismo con las antiguas. Y cuando se permite a los hombres de la Oposición contadas apariciones en los medios de comunicación de masas controlados por el Estado, tras tantos años de silencio sólo cortados por la aparición de sus nombres como subversivos detenidos, pensamos en las menguadas semanas electorales y preelectorales contrastándolas con aquel permanente y arbitrario dominio, y con sus manipuladores efectos de desinformación y confusión.

Si la igualdad de los ciudadanos ante la Ley es conquista ineludible de la democracia, la desigualdad ante la que va a tener carácter de norma fundamental es presupuesto del régimen. Para la elección del Senado, que al margen de la iniciativa legislativa poseerá idénticas facultades que el Congreso, el voto del vecino de Barcelona o de Madrid pesará treinta veces menos que el de algunas provincias del interior.

Sin embargo, a pesar de ello creemos que la dinámica puesta en marcha beneficia a los socialistas en cuanto que la desaparición de las secuelas del autoritarismo y la creciente eliminación del temor que esto connota está haciendo resurgir la memoria histórica del pueblo, y redescubriéndose la sugestiva tradición del instrumento renovador y puesto al día que enlaza la doble tradición de la Casa del Pueblo y de la Institución Libre de Enseñanza, para forjar la machadiana España del cincel y de la maza.

En esta dirección cuantos acusadoramente han vinculado dictadura y corrupción saben que jamás los vencedores pudieron encontrar entre los derrotados un concejal socialista -y los había por millares- incurso en prevaricación.

La honestidad administrativa, que, en afortunada contraposición, demanda el tiempo que vivimos apunta a la insobornable raíz ética del Partido Socialista Obrero Español propugnando su operatividad en la etapa que comenzamos. Nuestros planteamientos y soluciones, recogidos en el volumen recientemente publicado bajo el genérico de XXVII Congreso, se sitúan en el triple marco de libertad, justicia y credibilidad democrática.

A) Libertad

Los ciudadanos que pretenden serlo plenamente sin encogerse en la alicortada noción de súbdito saben que han de asumir la responsabilidad del protagonismo social, y que para ello deben excluir el miedo que puede frenarles ante las evidentes y necesarias transformaciones. Frente a los que fueron ordenanzas del enterrado Caudillo, y hoy reiterados voceadores de paz y orden llamando a la nostalgia del más vale lo malo conocido..., afirmamos que nada hay peor que lo recientemente superado y que solamente la libertad, las libertades, van a permitir que lo que Saint-Just pronunció en los albores de la Revolución francesa -«La felicidad es una idea nueva en Europa»- pueda convertirse -mediante el esfuerzo común- en fecunda cotidianeidad.

Liberarse del miedo liberando la libertad obliga a que en las próximas elecciones los caudillitos de Alianza Popular no sean sino «verdura de las eras», en las palabras que Jorge Manrique acuñó para significar el efímero destino de los grandes de la tierra.

b) Justicia

Lo que significa derecho al bienestar sin explotación, a la cultura sin dogmatismo, al humanismo sin retórica. Para los socialistas los trabajadores son seres concretos de carne y hueso en el seno de una familia, en el quehacer de una labor, en las arraigadas calles de una ciudad. Por ello rechazamos tanto a los profetas milagreros de la revolución permanente como a quienes se contentan con propugnar soluciones coyunturales que a la postre poco remedian. El socialismo se esfuerza no sólo por mejorar la vida, sino por cambiarla, y para ello se dispone a transformar la economía y poner en manos de la comunidad sus grandes centros de decisión, respetando, en todo momento, la creatividad de los iniciadores, pero sin que ésta sirva de pretexto. a los aprovechadores.

Consecuentemente, nos parecen sinapismos las formulaciones sociales de un Centro Democrático, que al no estar ni sobre el brazo derecho ni sobre el izquierdo, vive en realidad sin ellos. No sólo por preocupación ética sino por mero celo estético estimamos reprobable la tragicomedia navajera de algunos de sus hombres -los vinculados al actual poder- en el asalto a los es caños amparados en los favores del que manda.

c) Credibilidad

Las palabras de los socialistas se toman en serio. Conforman, explícitamente, la intención y procuran, sin desmayo, adecuar a ella sus resultados. Cuando los socialistas luchamos por la libertad y la justicia se sabe, o al menos se intuye, que, en cada momento, más libertad y más justicia serán la ineludible derivación de nuestra actividad.

Como la credibilidad democrática reclama actitudes permanentes, recogiendo el tradicional modo de ser del PSOE, decimos que socialismo es libertad. E inmediatamente surge el contraste con el socialismo en libertad, ya que de este enunciado se desprende que para sus mantenedores hubo un cierto período histórico en el que en beneficio de una supuesta eficacia se sacrificó la democracia, y, por ello cabe la posibilidad de volver a reincidir en un hipotético futuro.

Nuestro entrañable Fernando de los Ríos se quedó atónito cuando Lenin le dijo: «Libertad, ¿para qué?» Ante el mismo interrogante el partido socialista puede nuevamente quedarse atónito, pero no inerme.

Confío en que la mayoría de los ciudadanos, al contemplar sus cien años de existencia, terminen por convertir su apasionada razón en razón de España.

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