La revolución cultural como telón de fondo
El año 1976 quedará inscrito en la milenaria historia de China como uno de los de mayor transcendencia. En el transcurso de ese período de tiempo fallecieron los tres grandes líderes de la República Popular instaurada en 1949: Mao Tse-tung, Chu En-lai y Chu Teh. También devino una crisis política, resultado de las. batallas entre facciones rivales desde la Revolución Cultural. El periodista español Joan Senent-Josa describe la situación actual en China, donde se encuentra, y analiza las causas que condujeron a la depuración de la viuda de Mao y sus amigos del denominado grupo de Changai.
Lo que acertadamente calificó EL PAIS (13 de octubre de 1976) como «la mayor crisis política china desde la revolución cultural» es algo perfectamente perceptible para el visitante a su llegada a Pekín.
En el mismo ambiente apacible de siempre que respira la capital china, nuevos elementos se yerguen en el paisaje. El recorrido desde el aeropuerto al centro de la ciudad permite al observador seguir el filme de algunos acontecimientos más destacados acaecidos durante los últimos meses. Así, del terremoto del 28 de julio de 1976, que afectó catastróficamente (750.000 muertos) la región minera de Tangshan, a sólo 150 kilómetros de Pekín, son aún visibles los refugios construidos por los habitantes en previsión de nuevos seismos. Y ya en la plaza Tien An Men, escenario de los graves incidentes del 5 de abril del mismo año, producidos tras la muerte de Chou En-lai, se levanta la mole gigantesca, en plena construcción, del palacio conmemorativo donde reposarán, a partir del 9 de septiembre del presente año, primer aniversario de su fallecimiento, los restos mortales del presidente Mao Tse-tung.
Si cito en primer lugar estos elementos, aparentemente ya estáticos, es porque todos ellos proyectan sus luces y sus sombras sobre los elementos dinámicos del actual debate político que sacude a China y que contrasta con la tranquilidad y normalidad que reina en las calles de Pekín. Ello, se ha escrito, parecía demostrar que los recientes acontecimientos no han sido más que una convulsión que habría afectado únicamente a las altas esferas del Partido Comunista, enfrentadas en una lucha por el poder. Nada más incierto.
La arterioesclerosis de la actual sociedad soviética no parece amenazar a la sociedad china. La crisis de los últimos meses ha sido, sin duda, grave y el debate político es visible y vivo en todas partes. Hoy se centra en la crítica a la banda de los cuatro, pero suman cerca de diez las luchas entre las dos líneas en el seno del partido desde su fundación en 1921. Estos «movimientos revolucionarios» son para los chinos movilizaciones colectivas en una sociedad en la que prosigue, bajo nuevas formas, la lucha de clases; una sociedad socialista en la que el peso del pasado es aún muy fuerte y en la que el peligro de una involución política de signo revisionista es permanente. Son, por otra parte, campañas políticas para prevenir el revisionismo mediante métodos no stalinistas. Sorprenderá a algunos, por ejemplo, saber que, a pesar de la dura crítica al llamado «grupo antipartido» de Wang, Chang, Chiang y Yao, éstos ni siquiera han sido expulsados del partido, sino simplemente separados del Comité Central (1). Sigue vigente el principio de Mao: «Sacar lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro, y tratar la enfermedad para salvar al paciente.»
Campañas anteriores
Por los datos de los que dispongo me atrevo a afirmar que la actual campaña de crítica a la banda de los cuatro no se diferencia, en este sentido, de otras campañas anteriores. En primer lugar señalaré, como ya han hecho algunos observadores extranjeros (Roland Berger en Le Monde Diplomatique de enero del presente año), que el malestar y la crítica a los planteamientos que hoy se identifican con los defendidos por la banda de los cuatro eran perceptibles, tanto en la base como en el aparato del Estado y del partido, desde hacía muchos meses, e incluso, muchos años atrás, concretamente desde la Revolución Cultural. El 18 de diciembre de 1970, en una conversación entre Mao Tse-tung y Edgar Snow, Mao se refería a los éxitos de la Revolución Cultural, por ejemplo, la movilización de masas contra aquellos que seguían la «vía capitalista», el haber puesto la política en el puesto de mando, desarrollando, al mismo tiempo, la producción... Tales eran algunos de los aspectos positivos, la «corriente principal»; pero, al mismo tiempo, señalaba Mao, habían aparecido varias corrientes contrarias. Una de ellas, la más peligrosa y fácil de identificar, era la de los partidarios del «Kruschev chino» Liu Shao-chi), que seguían empeñados en la «vía capitalista», en la transposición a China del modelo Soviético.
Una línea oculta a otra
Pero la gran convulsión revolucionaria que supuso la Revolución Cultural, centrándose justamente en la crítica al oportunismo derechista, llevaba en su seno los elementos necesarios para que pudiera cristalizar, al mismo tiempo, el oportunismo «izquierdista». Choti En-Lai, en su informe al X Congreso del Partido Comunista de China, señalaba a este respecto: «El presidente Mao nos ha enseñado constantemente que es preciso advertir que una tendencia oculta a otra. La lucha contra el oportunismo derechista de Chen Tu-sin, que propugnaba la «mera alianza sin lucha», ocultó el oportunismo «izquierdista» de Wang Ming, de «mera lucha sin alianza». La rectificación de la desviación «izquierdista» de Wang Ming ocultó la desviación derechista del mismo Wang Ming. La lucha contra el revisionismo di Liu Shao-chi ocultó al revisionismo de Lin Piao.
Los casos de Chen Po-ta y de Lin Piao fueron la primera advertencia de los errores «de izquierda» surgidos durante la Revolución Cultural. Pronto,aparecerían en escena nuevos y más importantes protagonistas de estos errores: los «comunistas de izquierda» de la Nueva China, para utilizar un término acuñado por Lenin y que él identificaba con el «revolucionarismo pequerioburgués».
(1) Si bien es cierto que ninguna resolución oficial se ha tomado sobre el grupo, el 22 de octubre un despacho de la agencia Nueva China, con aquiescencia del PCC, proclamó que la banda de los cuatro «fracasó en su intento de hacerse con el poder, y han sido expulsados del partido».
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