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Dimite el ministro de Marina

El lunes pasado presentó su dimisión, por conducto reglamentario, el ministro de Marina, almirante Pita da Veiga, al estar en desacuerdo con la decisión del Gobierno de legalizar al Partido Comunista de España. Durante la tarde de ayer se especuló sobre la posibilidad de que a esta decisión se hubiera unido el ministro del Aire, teniente general Carlos Franco Iribarnegaray. A últimas horas de la noche no se había podido confirmar esta postura. El ministro del Aire fue recibido por don Juan Carlos poco después de la llegada del Rey a Madrid, procedente de Baqueira Beret. También se supo que los tenientes generales con mando de armas que forman parte del Consejo Superior del Ejército estuvieron reunidos hasta casi la medianoche, durante cinco horas.

El diario El Alcázar, órgano de la Confederación Nacional de Combatientes, publicó en su edición de ayer una pequeña nota de diecisiete líneas en la que según informes oficiosos, los ministros del Aire y de Marina habían presentado su dimisión. El motivo de tales decisiones, según el citado diario, parecía estar relacionado con la legalización del PCE. Si bien no se ha producido ninguna comunicación oficial sobre las mismas, parece confirmado que el almirante Pita da Veiga puso su cargo a disposición del presidente del Gobierno. En su carta, cuyo texto íntegro no hemos conseguido, explica la dimisión por considerar que no se ha cumplido la promesa de no legalización del PCE que hizo el presidente Suárez en la reunión del 8 de septiembre de 1976 que mantuvo en el edificio de la antigua Presidencia del Gobierno, con todos los capitanes generales, los tenientes generales en activo y los jefes de servicio de las tres Armas. En la citada reunión, calificada entonces como de muy trascendente, el señor Suárez expuso, durante tres horas y media, las directrices de su política. Uno de los capitanes generales declaró a EL PAIS: «Ha sido una charla muy interesante en la que se han aclarado muchas dudas. Tengo una gran confianza.» La dimisión, ahora, del ministro de Marina ha sido recibida en los medios políticos con asombro, y se pone de relieve que la legalización del PCE había sido discutida en Consejo de Ministros y contó con la aprobación de todos los miembros del Gabinete, incluido el almirante Pita da Veiga, por lo que sorprende ahora la postura del ministro. Se especula, también, sobre la influencia que para tomar esta decisión hayan podido tener determinadas presiones por parte de algunos capitanes de navío, aunque este ex tremo no ha podido ser confirmado.

En ciertos medios militares se ha sabido que el pasado lunes en la sede del Alto Estado Mayor, en la calle de Vitruvio, se observó durante la tarde del lunes y todo el día de ayer un gran movimiento de vehículos y personas. Se han celebrado reuniones a diversos niveles de representantes de las tres Armas y una general, en la que participaron la gran mayoría de jefes, oficiales y funcionarios del alto organismo militar; en esta última, según parece, se produjeron intervenciones abiertamente contrarias a la medida gubernamental que, al parecer, ha provocado la actual crisis.

Las repercusiones inmediatas de la noticia tuvieron un claro reflejo en el regreso apresurado del vicepresidente primero del Gobierno, teniente general Gutiérrez Mellado, que se encontraba en Canarias, donde pensaba permanecer hasta el viernes, en que había previsto Consejo de Ministros. También la prolongada reunión del Consejo Superior del Ejército, desde las seis de la tarde a las once y cuarto de anoche, ha dado lugar a diversas especulaciones sobre una mayor amplitud en la crisis militar. La reunión no fue presidida por el teniente general Álvarez Arenas, presidente del Consejo Superior del Ejército, sino por el teniente general Vega Rodríguez. El ministro del Ejército despachó por la mañana con el presidente Suárez y posteriormente se retiró a su domicilio aquejado de un ataque gripal, si bien por la tarde salió durante unas horas a la clínica Covesa, donde horas antes había fallecido su consuegro y se encontraba instalada la capilla ardiente.

Mientras en medios próximos al Partido Comunista se asegura que todos los actos de manifestación pública iban a ser suspendidos para evitar malas interpretaciones e Izquierda Democrática era el primer partido en manifestar su incondicional apoyo al Gobierno, varias docenas de coches salían de la sede de Fuerza Nueva y sus ocupantes recorrían en manifestación las calles de Madrid, se concentraban ante el palacio de El Pardo e incluso una comisión pretendió llegar hasta la residencia de don Juan Carlos.

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