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La inoperancia andaluza facilitó el triunfo del Getafe

Un solitario gol de Muñoz dio los dos puntos al Getafe, importantes para mantener la cómoda posición que ahora ocupa. Tras un primer tiempo de superioridad getafense, el Córdoba se impuso en la segunda fase, en la que intentó forzar la igualada. Su falta de acierto y puntería se lo impidió. El partido fue pésimo y con bajo índice de calidad. El interés quedó reducido a la incertidumbre por lo escaso del tanteo.El choque habría que-calificarlo como el partido del miedo. A estas alturas de la Liga se busca el amarrar puntos, sacrificando. para ello, como siempre, cualquier planteamiento estrictamente ofensivo. Lo cierto es que el Getafe comenzó jugando con relativa soltura, propiciado su mayor acoso por el intencionado repliegue andaluz. Lasa, debutante en el banquillo visitante, formó una fuerte barrera atrás, con hasta cinco hombres en línea, incrustado Urbano entre sus zagueros, buscando el cerocerismo. Cuenta el Córdoba para ello con una sólida retaguardia, lo mejor del equipo, que superaba a base del oficio de Varó y Marín, los deslavazados ataques madrileños. En el Getafe, Valie se encargaba de Burguete, y Luis era el hombre libre, mientras González, Zambrano y Alfonso intentaban poner orden en el centro del campo. Llegó el gol y el Getafe quemó entonces sus contados cartuchos atacantes. El replanteamiento. táctico de los dos entrenadores clavó a los hombres del Getafe. Segura cambió el esquema en la reanudación, con el propósito de sujetar la salida de Onega. La idea, en principio, era buena, pero facilitó el repliegue de sus hombres, que se olvidaron de asegurar el marcador. Luis pasó entonces a encargarse de Cuesta, Chíqui se emparejó con Burguete, y Valle buscaba al internacional argentino, mientras Zambrano bajaba del medio campo a la posición de libre. El cuadro de Las Margaritas comenzó a evidenciar un conformismo rayano en-lo absurdo que a punto estuvo de hacerle perder el partido, de haber tenido enfrente a un equipo más resolutivo. Onega dio mayor fluidez al juego visitante, aunque su veteranía y exceso de kilos le impida prodil ar sus intervenciones. Una y otra vez el acoso andaluz amenazaba traducirse en el marcaídor. La presión del Córdoba se hizo insistente, pero sin denotar claridad y adoleciendo sus hombres de una especie de alergia a las redes contrarias. Un fallo increíble de Luis y Zambrano permitió la escapada en solitario de Burguete, pero Cervantes, inspirado, evitaba lo que parecía insalvable. El propio Burguete desperdició otras dos claras ocasiones de gol, y as!, entre agobios y sustos, el pitido final del colegiado hizo res.pirar profundo a la hinchada getafense, metida en un puño todo el segundo período. Veinte minutos antes de finalizar el encuentro ya pedía la hora. Todo un síntoma.

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