El club no puede administrar las horas libres del futbolista
Carlos Rexach, Marcial Pina y Johan Neeskens han sido multados por el Barcelona. Motivo: ausentarse del hotel donde debían pernoctar para tomar, a la mañana siguiente, el avión que les trasladaría a la Ciudad Condal. Agravante: ir a una discoteca. Lo que ocurrió después -la agresión a un reportero gráfico- es un tema que no compete a la jurisdicción del club.En el tema es necesario resaltar que los tres futbolistas -trabajadores por cuenta ajena- estaban «in itinere». Cuando ocurrieron los hechos, su jornada laboral había finalizado. La disciplina del club, en esas horas, estaba conferida al técnico del equipo, Rinus Michels. Pero el entrenador no tiene potestad para decidir el quehacer de unas personas que son subordinadas en el campo de fútbol y en las concentraciones. No puede, bajo ningún concepto, administrar las horas libres de unos profesionales mayores de edad. Debe, sí, citarles para que a una hora determinada estén dispuestos a reemprender el viaje. Su competencia no abarca más allá de esa orden.
La sanción pecuniaria que se les ha impuesto a los tres jugadores azulgranas no irá a parar a las arcas del club, sino al fondo de la Federación Regional a que pertenezca la entidad. Si existe. una evidente anomalía al imponerles la multa, no deja de registrarse una irregularidad a la hora de destinar esos duros. En la legislación laboral -y los jugadores profesionales de fútbol están incluidos, de derecho, en ella- está estipulado que: las sanciones privativas de los salarios de los trabajadores tendrán que ir al fondo de accidentes de trabajo.
Rexach, Marcial y Neeskens pueden recurrir la sanción ante Magistratura de Trabajo, en el plazo de quince días, mediante una simple demanda, si ellos consideran quebrantados sus derechos de trabajadores por cuenta ajena.
Una observación que se les puede achacar, desde un punto de vista puramente deportivo, a los tres jugadores azulgranas: el cuidado de las formas. El asunto se hizo público por la agresión de un personaje público a un fotógrafo. Si tal no hubiera sucedido es posible que sus ansias de esparcimiento, el olvido de una derrota y la «fuga» -como, al parecer, la define el club- serían ignoradas. A Rexach, Marcial y Neeskens se les puede sugerir la atención a una ética profesional, la que es aconsejable para un jugador de fútbol que debe cuidar sus aptitudes físicas, al menos en público. Pero no debe pasar de un «consejo » amable por parte de entrenador y directiva del club.
La actitud de los tres azulgranas puede parecer un pequeño reto. Cuando el club lo cree así, ruedan cabezas. La afición azulgrana aún recuerda que un portero, Reina, cambió de residencia por una botella de champán. Las facultades y el profesionalismo de los jugadores se debe observar en el campo.
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