Francia, frente a la campaña electoral más larga de su historia
La campaña electoral más larga de la historia contemporánea de Francia podría abrirse a partir del próximo domingo, si se confirman los resultados de la primera vuelta en las elecciones municipales. En efecto, partido políticos, instituciones académicas y personalidades independientes aseguran que durante doce meses (del 20 de marzo de 1977, a marzo de 1978, fecha en que se celebrarán las elecciones legislativas), el país vivirá un intenso clima electoral. Durante un año, la izquierda reforzará su coalición, ahora más consolidada, y la derecha gubernamental intentará recuperar la cohesión perdida.Hay unanimidad, sin embargo, en considerar que durante estos doce meses la economía se resentirá considerablemente, dado el ambiente de incertidumbre y expectación que dominará todo el país. Ello explicaría los esfuerzos que en uno y otro sentido, con la vista puesta en las legislativas, están haciendo ya los dos bloques políticos.
Aun reconociendo la eficacia a corto plazo del plan Barre y cierta mejoría en la carrera inflacionista, tanto el patronato francés como los sindicatos coinciden en afirmar que entre marzo de 1977 y marzo del próximo año no se producirán hechos trascendentales que puedan variar el clima social en el país. Y, según algunos, la permanencia de los actuales problemas asegura a la izquierda su victoria. Sólo una furibunda «campaña de terror» por parte de la derecha, o un desacuerdo violento entre comunistas y socialistas podría cambiar estas perspectivas.
La posibilidad de que desde el poder presidencial se logre enriquecer a la mayoría dereéchista y centrista con la incorporación de ,los socialistas, parece, a prior¡, imposible. Según los medios de información controlados por el Gobierno, la actitud del Partido Socialista Francés constituye «un grave error histórico». Mitterrand sería, según los mismos medios, el responsable de que Giscard.«se eche en brazos de Chirac».
1978, año de la victoria de la izquierda
Aparte de las previsiones, científicamente fundamentadas (y que, por lo general, resultan inexactas), entre la opinión pública francesa existe la convicción, cada vez más generalizada, de que 1978 será el año de la victoria de la izquierda, como 1977 fue el año de su resurrección. Semejante perspectiva es vista con esperanza por muchos ciudadanos -hartos de veinte años del Gobierno monocolor-, y con miedo por otros. Desde la primera página de Le Figaro su director, Jean d'Ormesson, y su comentarista más prestigioso, Raymond Aron, lanzaban ayer el primer aviso a los navegantes antes del naufragio: «Abrid los ojos, franceses. Estáis todavía a tiempo», venía n a decir ambas personalidades conservadoras. Desde otras latitudes de la derecha, las advertencias son menos líricas, aunque, probablemente, más preocupantes para la Unión de Izquierda. `Según algunos empr tsarios y directores de fábricas, un triunfo excesivo de la izquierda, -incluso si mantiene sus porcentajes el próximo domingo, en la segunda vuelta de las municipiles-, tendrá como consecuencia inmediata una baja en la inversión, alza de precios y aumento del paro.
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