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Reportaje:

El 75 aniversario y la impotencia blanca

Si a principios de temporada alguien hubiera dicho en la sede madridista que el club iba a encontrarse, a falta de ocho jornadas para terminar la Liga en la situación actual, nadie se lo habría creído. Quizá ese séptimo lugar, con posibilidades tanto de subir como de bajar -eso aún está por ver-, hubiese producido gestos de incredulidad. Pero la impotencia de juego, de recursos, de fe incluso, para superar un bache tan enorme, ni eso; El campeón del torneo anterior, el equipo que siempre, salvo rarísimas excepciones, había estado en la lucha por los puestos de cabeza, parecía imposible que llegara a encontrarse hundido en tamaña miseria futbolística.Pero así es. Justamente el año en que se conmemora el 75 aniversario del club, la situación no es la más apropiada para festejos. Por si fuera poco, en el colmo de una temporada lamentable, su presidente, Santiago Bernabéu, llegó al límite de las declaraciones improcedentes al culpar a los periodistas de la mala marcha de su equipo. Nadie duda que el aún mandatario blanco, criticado por muchos motivos, ha representado algo consustancial al Real Madrid, a ese Real, como se le conoce por el extranjero desde hace años, que fue la única bandera española respetada en tiempos difíciles. Sin embargo, la prestancia de un club -algo más que un club, con mayores razones que el Barcelona- viene quedando maltrecha sistemáticamente en los últimos tiempos.

Los presidentes de las Agrupaciones de Periodistas Deportivos y de Informadores de Radio y Televisión, de Madrid, escribieron sendas cartas a Bernabéu y Antonio Calderón, en las que, haciéndose eco de muchos compañeros, les manifestaban su no asistencia a la comida-presentación de los festejos del LXXV aniversario, por las ofensivas declaraciones presidenciales. Incluso se pide una rectificiales. Incluso se pedía una rectificación. Parecía lo justo. En este caso no se trataba de perdonar o de olvidar. A una persona de edad avanzada, como Bernabéu, se le pueden perdonar muchas cosas y hacer oídos sordos o complacientes a otras, pero a un presidente de un club de fútbol, no. Una persona pública, representante de una entidad expuesta a críticas, no se puede permitir determinadas palabras.

Hubo compañeros que se ofendieron porque al enviar dichas cartas no se les consultó su opinión. Antes del nuevo «carteo» que, al parecer, ha existido entre Jesús Fragoso y Santiago Bernabéu va rios colegas quisieron correr una vez más un velo -tupido quizá sea mucho decir- al tema por tratarse de quien se trataba. Eran muy libres. También lo fue el presidente madridista de decir lo que dijo. Otros -entre ellos nos contamos- se dieron por aludidos, y mientras no conozcan a ciencia cierta la rectificación presidencial, la postura no puede ser más que la contraria a asistir a la comida.

Lo que por encima de todo debe quedar claro siempre es que el deporte, y en este caso la celebración de una efemérides tan importante como los 75 años de un club de fútbol, se encuentran aparte. Pese a que los equipos anunciados para el acontecimiento no dejen de ser bastante «folklóricos», salvo Argentina -el Mouloudia argelino, campeón africano, e Irán, representante asiático-, la información no faltará. Que no se busquen falsas intenciones ni se recuerden pasadas actitudes con respecto a otros equipos o personajes Implicados en ellos. Lo real -y nunca mejor dicho- en este caso es que «algunos» periodistas no pueden nunca aceptar la invitación a comer de quien les ha ofendido por mucho amor « paternomadridfilial » que exista por medio. Es completamente al margen de edades, sentimiento, «hinchismos» y demás.

También es lamentable, por otro lado, que otras personas rectoras del club blanco lleguen a estar en bastantes momentos en situaciones tan embarazosas como difíciles de solucionar aun con la mejor de las diplomacias. En esta ocasión, si la rectificación de Bernabéu se ha producido, ha habido éxito, pero es curioso que en este país, tan dado a derribar ídolos, se den, en cambio, excepciones extraordinarias que nunca se sabe hasta dónde pueden llegar.

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