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Cuestionario

1. ¿Cree que la libertad de tipos de interés estimularía el ahorro?2. Caso de estar a favor de la liberación de los tipos de interés, ¿se inclinaría por una libertad completa y de una sola vez para todos los tipos de bancos y cajas, o preferiría una libertad parcial y paulatina, por ejemplo los tipos de activos y pasivos más de un año primero, para pasar más tarde a la liberalización general?

3. ¿Opina que esa liberalización debería extenderse también a los fondos públicos e ir acompañada de una reestructuración del actual crédito oficial?

BANESTO

DOSITEO BARREIRO

(Director general adjunto y secretario del consejo)

1. Parece que está implícito en la pregunta el que una mayor libertad de los tipos de interés equivaldría en la práctica a una subida. Es claro que en las actuales circunstancias así sería, pero creemos, aunque parezca paradójico, que esta medida no tendría efectos estimuladores del ahorro. Por mucho que suban los tipos de los intereses pasivos, no es razonable pensar que puedan llegar a proteger el poder adquisitivo del dinero en una situación inflacionista como la que padecemos actualmente.

Más información
Polémica bancaria sobre la liberalización de tipos de interés

Las conveniencias estrictamente bancarias podrían quedar al margen del problema, ya que si suben los tipos pasivos no puede dudarse de que también habrán de subir los activos. Pero esto podría producir una retracción de la inversión de efectos gravemente negativos, ya que el inversor no podría soportar una carga financiera superior a las perspectivas que ofrezca cualquier inversión programada.

Además, y aparte de que la medida contribuiría a desalentar la canalización del ahorro hacia otros destinos más tradicionales (Bolsa, obligaciones, etcétera), la autoridad monetaria perdería un instrumento de política económica muy importante en momentos en que puede resultar urgente la adopción de medidas correctoras de determinadas situaciones coyunturales. Por último, no creemos que deba despreciarse el efecto inflacionario, aunque sólo fuese sicológico, que produciría una elevación de los tipos de interés.

2. La respuesta a esta pregunta resulta casi innecesaria después de haber contestado la primera en la forma en que lo hemos hecho. Por supuesto que entre una liberalización absoluta y repentina o una libertad parcial y paulatina, estimamos más conveniente la segunda, por su mayor facilidad de corrección.

3. En realidad, no creemos que el inversor en fondos públicos haya sido atraído nunca por el señuelo de su remuneración. Naturalmente, y dados los niveles de rentabilidad de estos fondos, podría caber un cierto aumento de sus rendimientos, aunque tal vez sería más conveniente, promover otro tipo de incentivos.

Aunque la segunda parte de esta pregunta no tiene una relación demasiado directa con la primera, diremos que el crédito oficial se nutre en gran parte de los fondos obtenidos mediante la colocación de las cédulas para inversiones, absorbidas principalmente por la banca privada, merced al imperativo legal del coeficiente de inversión, si bien admitiría otras fuentes de financiación distintas, como las dotaciones presupuestarias e incluso los créditos exteriores.

En la práctica puede sostenerse que se impone a la banca privada una excesiva inversión en fondos públicos, aunque es evidente que no podrá seguirse indefinidamente por este camino, ya que como la base monetaria para nutrir el crédito oficial y el privado es la misma, el aumento del primero produce el descenso del segundo. Por ello, los sectores económicos del país no reciben ahora una ayuda crediticia mayor, ya que lo mismo podría hacer la banca privada una vez libre de estas limitaciones. Cierto que puede argumentarse en favor del crédito oficial a través de la función social que debe cumplir, pero hay que tener en cuenta que la misma función cumple la banca privada, y que la Administración dispone de medios suficientes para imponer los tratamientos preferenciales que considere convenientes. No hay que olvidar que con ese sistema se esteriliza tina gran masa de los recursos ajenos que maneja la banca privada, cuya remuneración es inferior a los costes que la misma ha de soportar para obtenerlos de su clientela, y que, forzosamente, ha de repercutir en las operaciones ordinarias.

En realidad esta pregunta merecería una mayor consideración de lo que permite una encuesta de este tipo. Pero puede sostenerse que sería aconsejable una reestructuración del actual montaje del crédito oficial.

URQUIJO

JAIME CARVAJAL,

(Consejero director general)

1. Es de esperar que así sea, en la medida en que el juego libre de la oferta y la demanda haga que los tipos de interés se acerquen a niveles más realistas y, como consecuencia, disminuya la fuerte penalización que sufre hoy día el ahorrador por oausa de la inflación. De esta manera se corregiría, al menos en parte, la grave tendencia a la disminución de la propensión al ahorro que se observa en los dos últimos años.

2. Como objetivo final, pienso que la libestad completa es algo deseable para mejorar la eficacia del sistema financiero. Ahora bien, es necesario pasar por varias etapas que hagan posible la transición de un sistema regulado a otro libre con el mínimo de distorsión para los mercados y para las instituciones, que necesitan, lógicamente, un cierto período de adaptación. En este sentido, creo que la reducción del plazo de regulación de dos años a un año sería conveniente antes de proceder a la liberalización general.

3. Es evidente que sí, pues la liberalización debe afectar a todo el sistema financiero. De otra manera no se conseguiría una buena distribución de los recursos. El Estado, como ocurre en muchos países, debe competir en el mercado para la obtención de fondos, aunque lo haga de hecho en condiciones de ventajas frente a otras instituciones. Ello lleva implícita la reestructuración del crédito oficial, que debe, a mi juicio, operar en un sistema de mayor competencia. Pero repito, no cabe cambiar de un día al otro, pues se producirían graves perjuicios. Hay que contar necesariamente con un período de adaptación.

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