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El IRA intensifica su campaña contra objetivos económicos

Juan Cruz

La lenta campaña del IRA provisional contra objetivos económicos, civiles y militares británicos, tanto en Inglaterra como en el Ulster, parece que se ha intensificado ahora, tras los esfuerzos hechos por el Gobierno de Londres para afianzar los mecanismos de poder con los que manda en la provincia. Durante esta última semana las muertes más destacadas han sido las de un hombre de negocios de Belfast y de un fiscal del condado de Armagh.

Ambos asesinatos, a los que se unen otros atentados igualmente graves pero que adquieren menor publicidad, responden enteramente a los propósitos con los que el IRA sigue su campaña de intimidación contra lo que este Ejército Republicano Provisional considera como «la representación en el Ulster del imperialismo británico ».El primer atentado contra un hombre de negocios se produjo este año en el Ulster, inmediatamente después de que el ministro encargado de los Asuntos de la Provincia, Roy Mason, anunciara un amplio programa de inversiones de compañías multinacionales que acudían al territorio atraídas por la «paz industrial» que allí se respira. El asesinado en aquella ocasión fue el representante de Du Pont, la empresa norteamericana más importante entre las que hay en Irlanda del Norte. Los tres atentados han tenido luego como víctimas a otros tantos en esa misma línea de intimidación. Finalmente, la muerte del fiscal de Armagh es una nueva advertencia a los empleados civiles de origen británico de que su vida en la región está siempre en peligro.

La persistencia de esta campaña del IRA parece que ha tenido efectos contraproducentes. La Asociación de Empresarios de la provincia ha declarado que se propone seguir animando a sus miembros a tomar un interés aún mayor en el desarrollo económico de la provincia, e incluso a intervenir en la política local.

Los atentados contra empleados civiles tienen una repercusión que no favorece a la posible popularidad que los intereses del Movimiento Republicano Irlandés tengan en Gran Bretaña. En el contexto de estos asesinatos, las repetidas advertencias de Mason de que no habrá amnistía para prisioneros del IRA no despiertan reacciones contrarias, en favor de alguna forma de clemencia. La narración del asesinato del fiscal de Armagh ilustra esa circunstancia:

Rory O'Kelly, la víctima, había pedido una cerveza en la barra de un bar. Un joven se situó a su lado y pidió otra cerveza. Cuando O'Kelly comenzaba a beber, el joven, que no hizo nada por ocultarse, le disparó a quemarropa. O'Kelly era un fiscal que sólo se ocupaba de delitos comunes y que no tenía nada que ver con el IRA provisional.

Por otro lado, el incremento de la violencia, que ahora se ha hecho menos indiscriminada, mucho más calculada, impide las negociaciones políticas para devolver poderes ejecutivos a la provincia. Durante la pasada semana murió el último primer ministro del Ulster, Brian Faulkner, que precisamente se retiró de la política a los 54 años porque creyó que los políticos no tenían nada que hacer en Irlanda del Norte mientras persistiese la lucha armada y fuera Londres el que controlara el Gobierno de la región.

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La campaña del IRA, a la que se han atribuido negociaciones con grupos paramilitares contrarios para buscar un alto el fuego, ha dificultado también sus relaciones con la prensa y sobre todo con la televisión. El ministro Mason ha acusado ala BBC de dar demasiado espacio a los propagandistas de los movimientos republicanos armados. En la última quincena, la emisora de la BBC en Irlanda del Norte ofreció una entrevista con un sospechoso de terrorismo que no aparecía en pantalla. La policía ha interrogado a las cámaras para buscar pistas para identificar al entrevistado. Como consecuencia de tales interrogatorios, en los que los técnicos se negaron a colaborar, la Asociación de Técnicos de la Televisión Británica ha pedido a sus miembros que se nieguen a hacer trabajos en los que se impliquen representantes del IRA confesos de terrorismo. En otro programa, la BBC ofreció una entrevista con un maestro del Ulster que explicó cómo la policía lo había torturado durante un interrogatorio.

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