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No se permite a los padres del niño torturado visitara su hijo

Una semana después de que el pequeño Marcos Sires, de cuatro años, fuera ingresado en el Hospital Niño Jesús continúan las órdenes al personal sanitario para que se impida a sus padres visitarle «hasta nueva orden».

La medida, tomada a raíz del trauma con que fue hospitalizado el niño al que se sumaban diversas lesiones y quemaduras producidas a causa de una paliza y cigarrillos encendidos que le eran aplicados en los genitales, hizo que el niño estuviera asilado durante los primeros días. Posteriormente, y una vez que el parte médico reflejó la mejoría del pequeño, puso ser visitado por sus abuelos que acuden casi a diario durante las horas de visita.«También ha venido varias veces la madre y creo que al principio vino dos veces el padre, pero en ningún momento se les ha permitido verlo. Incluso el niño, que ahora está feliz, y contento como no lo había estado nunca, lloraba mucho cuando alguien se le acercaba cuando entró», manifestaron algunas enfermeras a EL PAIS.

Sobre las órdenes dadas por el Tribunal de Menores para la protección del niño «no nos ha dirigido hasta el momento ninguna comunicación. Como el pequeño podrá salir de aquí dentro de un mes aproximadamente, en caso de que no sepamos nada de las autoridades, ya estableceremos nosotros contacto para que se vele por el futuro de Marcos», manifestó por su parte, el señor Santillana, director del centro hospitalario.

Ante las noticias que se habían publicado en algunos diarios sobre la orden de busca del matrimonio Sires, el director manifestó que «no debe de haber tal ya que ayer mismo, cuando vino la madre, llamamos a la comisaría del distrito. Minutos después llegaba una pareja de policías que habló con la madre sin que hiciera ningún gesto de detenerla». De todas formas -finalizó el señor Santillana- creo que se está dando una importancia excesiva a este caso, cuando en realidad la culpa de lo sucedido la tiene toda la sociedad que permite vivir a una familia en las condiciones en que habitaba ésta».

El domicilio abandonado por los padres y en donde sucedieron los hechos por los que fueron detenidos y puestos en libertad Fernando Sires y Rosa Marín, está situado en la calle Ancora, 28 y tiene al parecer una superficie habitable de veinticuatro metros cuadrados.

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