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Tormenta en el planeta de los toros

"El planeta de los toros", figura retórica del maestro Cañabate, todo un hallazgo. En este planeta los tiempos son de tormenta, y pasarán. El problema es si habrán servido para fertilizarlo o para arrasarlo.Hay inquietud. El taurinismo mortecino necesitaba precisamente de inquietud, alguna revuelta quizá zafarrancho general para poner las cosas en su sitio. Este es el lado positivo de los conflictos que se debaten desde hace meses. Los toreros, no deja de tener su importancia que hayan sido los más modestos, han plantado cara, por primera vez en su historia, a los hombres fuertes del negocio.

Pero como tantas veces ocurre en estas situaciones, lo difícil es encontrar la medida justa. Y la medida justa la han encontrado, parece ser, los subalternos, unidos, hábiles negociadores. Con ellos -y para esta parte del conflicto- los empresarios. Anoche, con su acuerdo dieron un gran paso para que todo vuelva a la normalidad, la que se producirá, acaso, en cuestión de horas. Pero aún hay, que negociar..

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Solucionado el conflicto de los subalternos

Los matadores que menos torean pretenden poner altas sus remuneraciones para que si artísticamente no les compensa su forzada inactividad, al menos les sea de alguna forma rentable. Es natural pero no ético. Hinchan su cuenta de gastos para no pillarse los dedos: tampoco lo es. El problema de los que son toreros auténticos se solucionaría con más oportunidades. El de los que no lo son no hay quien lo solucione: harán un gran bien si dejan el campo libre.

Los empresarios, en pura lógica defienden que en los carteles deben estar aquellos que interesan al público. Pero, es obvio, al público sólo pueden interesarle aquellos que ha visio y, pues los conoce, los ha podido valorar. Un círculo vicioso.

«El que vale, llega.» A tal argumento es fácil oponer que no todos cuantos llegaron valen -a la vista está-, o que muchos jamás podrán llegar porque no les han brindado ocasiones suficientes para demostrar su valía.

Hay unos cánones de arrendamientos de plazas, por donde se va buena parte de los beneficios del negocio; hay una figura característica del neotaurinismo, que es la del empresario-exclusivista, doble función que por nada quieren abandonar quienes la desempeñan; hay inflación en el número de profesionales del toreo y baja calidad en el toreo mismo. Empresarios y matadores seguramerte resolverán hoy sus diferencias, y la temporada empezará donde solía, Castellón adelante, pero queda una cuestión de fondo que deben abordar con urgencia para que no haya vuelta a las andaclas.

Y luego está el público, gran ausente de la negociación, espectador atónito de la tormenta, que ya amaina. Veremos cómo responde si después de tanto aparato la tauromaquía de esta hora es tan pobre cual la que se vio en 1976. El esfuerzo de todos para mejorar la fiesta -y seguro que lo habrá- es ahora más necesario que nunca.

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