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Dos buenas soluciones

Según los catedráticos Jordano Barea, Santisteban García y Gómez Cárdenas, de la facultad de Veterinaria de Córdoba, en principio -esperan avanzar más en sus investigaciones- los toros se caen a causa de un espasmo de tipo emocional, originado quizá por espasmos de vasos que irrigan la médula espinal.Seguramente están en el camino, y aún en lo cierto, pero acaso no en términos absolutos. Los toros pueden caerse por aquellas causas, o por otras. Cualquier ser viviente puede caer por un espasmo, por desequilibrio, hasta por un garrotazo. Hay un espasmo claro en el toro de lidia: cuando se ve delante de una figura del toreo. Ese sí que es espasmo nefando y miserere. Lo tenemos comprobado.

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El fraude, posible causa de las caídas de los toros

Una estadística dirá que en diversas corridas en las que participan figuras no se cayeron los toros, y en algunas en las que participaron espadas modestos, sí. Otra estadística, más fiable, dirá que se caen muchos más toros cuando torean figuras que cuando torean modestos. Aventuramos que será por espasmo clasista.

La investigación de los catedráticos mencionados, siempre positiva, ha de ser, estamos seguros, un espléndido avance y aliviará a ejemplares ganaderos que no saben cómo erradicar de sus camadas este mal. Pero en el terreno de la picaresca, la opinión del veterinario Emilio Ballesteros puede hacer estragos: su diagnóstico para ciertas caídas de los toros es el fraude. Con toda probabilidad, unos y otros tendrán razón. La diferencia es que, para el primer caso, la veterinaria es la llamada a dar soluciones, y para el segundo, la policía.

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