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El equipo revelación, sin pena ni gloria

El equipo revelación, el equipo sorpresa del año, pasó el domingo por el Calderón sin pena ni gloria. Un partido que se esperaba competido y emocionante no tuvo ni el menor atisbo de equilibrio, porque antes de que se cumpliera el primer minuto el Atiético ya había tomado ventaja en el marcador. El error de Cortabarría que propició la primera diana definió el encuentro, y ya todo quedó reducido a saber en qué punto se paraba la diferencia entre ambos contendientes.La Real vino a Madrid con la ilusión puesta en un resultado positivo, pero esa ilusión se demostró que era excesivamente juvenil, y a medida que fue transcurriendo el juego se abrió un abismo entre.las posibilidades de uno y otro.

La Real no supo sujetar debidamente el contraataque rojiblanco y los titubeos de la defensa se convirtieron en una goleada escandalosa. Cortabarría y Murillo no se entendieron nunca y ello propició la facilidad rematadora de los locales. Murillo fue el encargado de vigilar a Rubén Cano, pero como en ocasiones intentó irse hacia adelante para apoyar la línea de centrocampistas ocurrió que el argentino tuvo más libertad de la debida. Faltó un auténtico central en la defensa donostiarra, ya que Cortabarria y Murillo vinieron a desarrollar el juego de dos hombres libres.

El fallo inicial de Cortabarría por lo que se vio, le influyó de una manera decisiva, ya que realizó un encuentro pobrísimo. Ni supo defender ni supo jugar la pelota hacia adelante. Vacio de ideas, no tuvo otro recurso que ceder el balón a Arconada.

Luis montó una delantera extraña, con Bermejo de supuesto extremo, y ocurrió que todo le salió a pedir de boca, ya que los defensores vascos no supiero casi nunca a quien seguir. Bermejo cambió de posición constantemente y por el lado izquierdo dejó hueco a Leal, que llegó siempre guelto. 'Pese a la lentitud de Alberto, acentuada en el segundo tiempo, no hubo color en la zona de creación, a la que se pudieron sumar muchas veces Pereira e incluso Eusebio. La defensa atlética, que logró sujetar a López Ufarte por medio de Marcelino, tuvo exceso de recursos, porque tanto Satrústegui como Idígoras no lograron superar a sus pares en ningún momento. En la primera parte la Real intentó enderezar el partido, que se le iba de las manos, pero se encontró siempre con una barrera casi infranqueable. Al Atlético, en los momentos de apuro, no le importó dejar a Rubén Cano como único hombre en avanzadilla, y en un alarde de preparación física atacó siempre con un buen número de jugadores, porque Robi, que ha mejorado mucho, fue. incluso de, los que intentaron el disparo a meta.

Todo le salió bien al Atlético e incluso un fallo de Pereira, que, olió a gol en propia puerta, quedó en susto. En el primer tiempo, y cuando gólamente se había producido el impensado tanto primero de Rubén Cano, por un despiste de Eusebio, Satrústeguí estuvo en un tris de conseguir el empate, pero el balón, cogido al vuelo en una especie de tijereta rasa salió fuera. Ufarte y Diego, en el segundo tiempo, desperdiciaron dos buenas oportunidades para marcar, y en estos dos lances se acabó toda la pólvora donostiarra.

El Atlético realizó un partido impecable. Toda su habitual peligrosidad en el contragolpe estuvo presente siempre y no puede extrañar, por tanto, que se produjera la goleada. Si bien es cierto que la defensa donostiarra dejó a Arconada en posición de fusilamiento en muchas ocasiones, también lo es que ello se debió a la clarividencia con que los atléticos supieron ver los huecos.

El encuentro dejó buen sabor de boca a los locales y todo hace suponer que el equipo va a más. El Atlético no parece dispuesto a perder comba y da la impresión -de que está en inmejorables condiciónes- para sostenerr codo a codo final con el Barcelona.

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