Rebelión de los matadores colombianos con el monopolio de los Lozano
La situación de los toreros colombianos es muy grave. Se habla de unas 1.300 familias que sufren las consecuencias de la política discriminatoria de la empresa Escol, que controla las tres grandes plazas del país: la de Santa María de Bogotá, la de Medellín y la de Cartagena de Indias.
En estos momentos, cuando redactamos la información, un centenar de toreros permanece en huelga' ininterrumpida ante el Consejo y ante la Alcaldía Mayor de Bogotá. Otros varios continúan detenidos desde el domingo en la cárcel distrital, cuatro en huelga de hambre y dos de ellos han tenido que ser internados en el hospital de Húrtua.Ante la gravedad de los sucesos, recrudecida por el estado de sitio en que se encuentra el país, y que hizo adoptar el domingo último una actitud de dureza de la policía contra los toreros manifestantes, el alcalde mayor de la capital ha anunciado que abordará el asunto hasta sus últimas consecuencias, y convocado una reunión con los más caracterizados representantes de la Unión de Toreros Colombianos (Undetoc), que es la que ha planteado el conflicto. Los principales cargos de la entidad, Hernán Alonso, presidente; Paco Romero, tesorero, y José Velázquez, secretario, todos ellos matadores de toros, permanecieron detenidos desde el domingo hasta el miércoles. Paradójicamente, los tres, con el fiscal feneral de la Unión, Carlos Guzmán, serán quienes se entrevisten con la primera autoridad bogotana.
El fondo de la cuestión, que ya anunciábamos en estas páginas (ver EL PAIS del pasado martes), está en los manejos que viene efectuando Ia empresa Escol para dominar el espectáculo taurino en el país, y a despecho de cuantos avances sociales, incluso económicos en beneficio de las empresas, ha conseguido Undetoc.
La lucha de la Unión ha sido siempre, aparte los objetivos laborales que son propios de su carácter sindical, conseguir los máximos niveles posibles de pleno empleo para todos sus asociados y por tanto que se celebren en el país numerosos festejos. Tres años duró la batalla para conseguir la disminución de impuestos en el espectáculo, que fue coronada por el éxito, hasta el punto de que lograron que tales impuestos fueran rebajados del 36 al 2%.
Paladín de la lucha había sido el presidente de la Unión, Pedro Domingo, matador de toros. Pero alcanzados los objetivos, pudiéramos llamar socioeconómicos, entran en escena los hermanos Lozano (Eduardo, Pablo y José Luis, capitaneados por este último), como nuevos empresarios, tras la rúbrica Escol, y casi como primera medida deciden designar gerente a Pedro Domingo, con lo cual empiezan a erosionar la solidez de Undetoc. Y a continuación promueven la fundación de la llamada Federación de Toreros, que no es sindical porque Undetoc, con 46 años de antigüedad, tiene las prerrogativas inherentes a esta condición-, y, por tanto, no puede integrarse en el Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social, sino en el de Justicia, en régimen similar a cualquier club taurino de aficionados, pero que le otorga -esto es lo que persiguen- personalidad jurídica y status legal.
El paso siguiente será presionar, a los toreros, colombianos y españoles (a los restantes extranjeros también, por supuesto), para que dirijan carta de renuncia a Undetoc y se den de alta en la Federación. Los españoles requeridos por Escol acceden todos, pues en otro caso no verían un pitón en ninguno de los tres importantes cosos que domina Escol, y de los colombianos matadores de todos, sólo Pepe Cáceres y Pedrín Castañeda, de los cuales el primero consigue así sumar buen número de actuaciones en su país.
La situación es, como consecuencia, de monopolio. Escol se ha beneficiado de la espectacular rebaja de impuestos conseguida por Undetoe, lo que. no le impidió aumentar los precios de las localidades (la barrera que valía 430 pesos pasó a 680, por ejemplo), y además ejerce un dominio aproximadamente dictatorial sobre toda la torería. Y mientras tanto, los toreros afiliados a Undetoc -la inmensa mayoría de los colombianos- se encuentran en paro, sin otras posibilidades ahora que la reacción violenta y la denuncia a la Procuraduría General de la Nación, ya presentada formalmente, por persecución sindical y acciones.
Undetoc se acoge a las prerrogativas que le concede la Carta Constitucional-, acusa de intrusismo a la Federación de Toreros y reclama a Escol la cantidad de ocho millones de pesos, que son los que ha dejado de percibir (y si ha percibido la Federación) por los derechos de admisión y actuación de los profesionales de todas las categorías que participaron en los festejos organizados por aquella empresa.
En lo estrictamente taurino, también tiene críticas Escol, pues mientras ofrece un número de corridas de toros ligeramente superior a las que montaron anteriores empresas, con su gestión, el de novilladas anuales, sólo en la plaza Santa María, ha descendido de la treintena, a ocho.
La opinión más generalizada es que los hermanos Lozano ganan un dineral en Colombia, pero además el monopolio que allí han establecido les sirve para tener una gran influencia en España, porque los «grandes» del monopolio es pañol han de corresponder a los servicios prestados. Y lo hacen, a la vista está.
Pero los toreros de Undetoc están dispuestos a todo. «Y a unirnos. Todos los toreros del mundo debemos unirnos, o acaban con nosotros ».
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