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Luyk, como Pirri

La solución que se ha dado en Francia al caso Mac Millan, u oscuro jugador norteamericano, de los muchos que han invadido Europa en los últimos años, puede ser la gota que derrame -poco a poco o no, esa es la cuestión- el vaso del hipócrita baloncesto continental, tan falsamente llamado amateur.Hace ya bastante tiempo que resulta asombroso comprobar cómo los baloncestistas se mantienen en la más completa impunidad y sortean con singular habilidad -propia y de los directivos-, las curvas del profesionalismo. El Real Madrid, pionero en España y en Europa, ha tenido y tiene suficientes ejemplos cumplidamente imitados en nuestro país, en Italia y en los restantes países occidentales. Primero, tan culturales ellos, vinieron los norteamericanos a aprender español. Ahora eso ni importa, y es que todos lo saben, como los nacidos aquí. Aún se puede recordar el reciente caso de Santillana, pivot del Juventud y de la selección española, que rizó el rizo de sacarle el jugo a su deporte al hacer propaganda en las canchas de los calcetines fabricados en la empresa de la que es gerente.

El amateurismo marrón cada vez pierde más cimientos, y en los juegos olímpicos el baloncesto, tal como está ahora, se va a acabar antes que otros deportes. No tiene salvación Los Brabender, Walter, Rullán, Santillana o Estrada -menudos apuros los de éste para justificar sus últimos cambios de equipo- son también trabajadores y muy bien pagados. En el Real Madrid, sin ir más lejos, más de una vez se han quejado los futbolistas de ganar menos que los de la canasta.

Luyk, desde luego, es tan amateur como Pirri.

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