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El Gobierno italiano pretende aplazar los aumentos salariales a mayo

El presidente del Gobierno italiano, Giulio Andreotti, se entrevista hoy con los sindicatos para estudiar un acuerdo sobre política salarial. En enero se revisan los nuevos contratos colectivos para aumentar los salarios en un 10%. El Gobierno pretende aplazar los aumentos al mes de mayo y sobre ello negociará con los sindicatos.

El año que acaba de pasar ha registrado un aumento de la renta nacional de casi el 4,7%, un crecimiento de las inversiones brutas del 10%, una expansión de la renta del trabajo de un 23,5%, en términos monetarios.

La inflación, sin embargo, se mantiene al 20%. Andreotti quisiera que el crecimiento de los salarios de ocho a diez puntos previsto para febrero se aplace a mayo. Las perspectivas para 1977 no son de color de rosa: caída de inversiones, reducción de la inflación del 20 al 14-15% para tener como contrapartida un crecimiento del producto interno bruto del 1% o incluso un crecimiento cero.

Divergencias en el Gobierno

Andreotti negocia con los sindicatos asesorado por un gabinete dividido, o al menos agitado por dos polémicas: su ministro de Hacienda, Enrico M. Pandolfi, prevé sacrificios por culpa de la deflación, pero no quiere más impuestos. El ministro del Tesoro, Gaetano Stammati, cree, por el contrario, que son inevitables más impuestos. La otra polémica ha tenido más resonancia política. El ministro de Industria, Carlo Donat Cattin, hasta hace poco líder de la izquierda democristiana, pero desde junio pasado acérrimo anticomunista, cree que, a finales de febrero, los desocupados serán 600.000 más. La ministro de Trabajo, Tina Anselmi ha replicado que es un cálculo imprudente y pesimista y que todo lo más se llegara a 200.000.La polémica de Donat Cattin ha merecido fuera del Gobierno más, que una réplica. El vicepresidente del grupo comunista de la Cámara, Ferdinando di Giulio, cercano a Berlinguer, se ha indignado tanto que ha pedido prácticamente la dimisión a Donat Cattin, aunque sólo sea «por obligación de coherencia». Para los comunistas Donat Cattin sería el exponente del «partido de la devaluación» de la lira que hace así el juego de la derecha.

Los comunistas quieren, ante todo, luchar contra la inflación y en ello coinciden con Andreotti. Piden, en segundo lugar, una programación y una selección de las inversiones. Es necesario contra viento y marea contener las magnitudes monetarias, el volumen del crédito y el gasto público. Según el comunista Peggio, el verdadero interlocutor del Gobierno no es el Partido Comunista, sino el Fondo Monetario Internacional. Prácticamente Italia vive bajo administración controlada y, si sigue expandiendo el crédito a este ritmo, corre el riesgo de que los gobiernos extranjeros bloqueen sus créditos y retiren sus depósitos de Italia.

Los liberales quisieran que las polémicas se solucionaran en el seno del Gobierno, mientras que socialistas y socialdemócratas han aprovechado la ocasión para proponer una reunión-cumbre entre los partidos.

Andreotti no se inmuta excesivamente, encaja polémicas y no se manifiesta ni pesimista ni optimista. Ante la negativa de los sindicatos a frenar el dinamismo de la «escala móvil», no le queda más solución que la de seguir cargando la mano en los impuestos para dedicarlos a la disminución del coste del trabajo. La contención de la demanda con el aumento de precios y tarifas ya se deja sentir este mes que entra con un aumento del 20% en los teléfonos, de un 10% en las autopistas, de aviones y ferrocarriles, papel sellado, televisión, carnet de conducir y tasa de circulación.

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