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Pereira: un "solo" de bálón

Se va Pereira a ocupar su sitio en la selección brasileña de fútbol, esa orquestina tropical cuyos componentes, en vez de tocar bongós, trombones y clarinetes, tocan el balón. Ha sido convocado y confirmado por el seleccionador Brandao para cumplir como siempre, con el trabajo doblemente difícil de destruir el juego contrario y crear el propio. Como se sabe, pertenece a la clase de futbolistas capaces de utilizar tan sabiamente la garrota como el taco de billar, así que en febrero cogerá sus cosas, entre las que seguramente habrá un amuleto, y se irá a despejar fuera de banda o a marcar goles con efecto, según los casos. Aún faltan varias semanas para que se vaya, pero ya se empieza a llorar su ausencia. Tal es la huella que ha dejado en el Atlético.¿Qué lugar ocupa exactamente Luiz Pereira en el fútbol? Por lo pronto es un jugador intemporal. Triunfa ahora, hubiera triunfado en los tiempos de Ricardo Zamora y triunfaría en los del próximo fenómeno holandés que fiche por el Barcelona.

Su escuela, como la de casi todos los grandes futbolistas, habrá sido la calle. En otra época, Pereira utilizaría un farol como banderín de córner y una boca de riego como punto de penalty, porque, según dicen, la vocación de un jugador de fútbol empieza en la esquina del bar, del mismo modo que la del jugador de cartas empieza en el bar de la esquina. Su escuela, como la de casi todos los grandes futbolistas, habrá sido la calle; sus antecedentes están vinculados a la pelota de trapo, al cristal que salta hecho pedazos después ele un golpe franco y a la desbandada. final. O sea, a todo lo que el fútbol tiene de magia y de aventura.

Quizá sólo se pueda ser distinto a los demás empezando como él.

Resultan divertidas otras coincidencias entre su figura y las de algunos fútbolistas inolvidables. No responde, en modo alguno, a la de esos atletas de hoy que parecen haber sido engordados con piensos compuestos, como los pollos de granja. Es patizambo, y su paso desigual, pero firme, prueba de que una cojera puede ser armonica. Podría decirse que regatea con sólo caminar: adelanta un pie hacía la izquierda, y luego lo apoya a la derecha. A continuación, repite con el otro pie. Es una especie de Garrincha al revés. Este tenía las rodillas separadas: recordaba a un cowboy al que de repente se le hubiera evaporado el caballo. Pereira recuerda, en cambio, a Jerry Lewis en una imitación del mismo vaquero. El caso es que ni Pereira ni Garrincha perdieron nunca el balón.

Brandao sabe que en su Brasil-combo hay que poner a hombres que rompan la monotonía, a gente capaz de hacer lo que los músicos de jazz. De armar el taco en un solo.

Y Pereira es capaz de «tocar» el balón de portería a portería.

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