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El proyecto de autonomía regional divide a los partidos británicos

Juan Cruz

Los escoceses y galeses votarán en el próximo otoño sobre su futuro constitucional. La ley de Devolución que les afecta y que ya ha sido aprobada en su segunda fase en el Parlamento de Londres, no entrará en vigor hasta que ambas regiones no decidan sí la descentralización que se pretende es lo que sus habitantes desean. La intención del Gobierno de convocar un doble referéndum demuestra la división que existe entre los grupos políticos que dominan el parlamento británico.

Ningún partido quiere cargar con la responsabilidad de aprobar de una manera definitiva e inequívoca una legislación cuyas consecuencias pueden ser incalculables y, de acuerdo con los temores tory, pueden incluir la desunión futura del reino. En el camino, sin embargo, la ley ha sido ya lo suficientemente controvertida como para haber destrozado la aparente unidad de un partido, el conservador.En la votación del jueves, en la que el Gobierno ganó por 292 votos contra 247, Margaret Thatcher no pudo poner de acuerdo a sus miembros pata que votaran en contra del proyecto de ley. La relativa rebeldía del ex líder Edward Heath, que simplemente se abstuvo en la votación, ha vuelto a poner de manifiesto las diferencias que existen en el seno del conservadurismo británico. Heaht, que fue desposeído de su cargo hace algo más de un año por la señora Thatcher, había prometido de manera cautelosa a su sucesora que seguiría su línea siempre que esto ayudara a reforzar la posición del partido. En el tema de la devolución Heath ha encontrado una posibilidad de señalar que su lealtad no es total. Con Heath se abstuvieron siete conservadores escoceses, más a la izquierda que él, incluso. Otros tres diputados tories de Escocia votaron junto con los parlamentarios que apoyaron al Gobierno.

Los conservadores, que se han opuesto a seguir la postura de su líder, que se niega por principio a considerar la validez de la ley laborista, no se han limitado a desobedecer la estrategia de los responsables de su partido, sino que hasta el momento tres de los que ocuparon puestos de responsabilidad en la tarea de decidir esa línea han presentado su dimisión ante la señora Thatcher.

La ley tiene que pasar ahora por el complicado procedimiento de los comités legislativos de los Comunes. Finalmente serán los lores, que en los últimos meses se han opuesto con mucha frecuencia a varias legislaciones laboristas, los que censuren o aprueben. Los dos referendums, que se convocarán por separado, serán los que indiquen las perspectivas que hay de ver a Escocia y a Gales en un futuro inmediato con sus propios parlamentos. El Gobierno quiere que eso sea un hecho a mediados de 1978.

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