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Presidentes y Barcelona

Aunque la noticia de Luis dimitido o no dimitido ha acaparado la atención deportiva a mitad de semana,. la verdad es que dos decisiones sucesivas en los comités de competición de baloncesto y balonmano han quedado injustamente oscurecidas cuando su interés, directo e indirecto, ha sido para no olvidarlas.Primero fue, la semana pasada, el pasar por alto en baloncesto la .agresión clara de Miguel Angel Estrada a Dávila en el encuentro Pineda-Barcelona. El pivot azulgrana no sufrió ninguna sanción y pudo jugar así el partido siguiente con el Madrid. Sintomático.

Sólo se castigó por cuatro partidos al entrenador del Pineda, Heras. Este, por cierto, en el colmo del desajuste -el comité era provisional, dimitido el anterior por las elecciones- se sentó en el banquillo del Breogán-Pineda del pasado domingo y ya se le ha considerado corno alineación indebida con sanciones futuras, pero manteniéndose la victoria del Pineda ante el colista.

Pero ha habido también otra decisión que ha hecho olvidar del todo el posible centralismo. Tras la «guerra» organizada en el partido de balonmano Barcelona-Atlético de Madrid, con agresión de un espectador al árbitro Collazo y otros incidentes del público, no se ha cerrado el Palau para el futuro, cuando estaba apercibido.

En un pasado Barcelona-Calpisa, un corte de mangas de Perramón provocó la violenta reacción en las gradas. Todo se ha quedado en 15.000 pesetas de multa, la misma, curiosamente, que se dio a conocer ayer por el partido de baloncesto con el Madrid, aunque en el primer caso el número de fuerza pública era casi nulo y en el segundo excepcional.

La implicación indirecta en las dos decisiones es la misma: las elecciones presidenciales en ambos deportes están en su punto supremo y las candidaturas «oficiales» no podían -digámoslo así buscarse enemistades incómodas y de última hora. Barcelona y el Barcelona siempre son un mal enemigo.

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